sábado, 7 de abril de 2012

Garabato uno | Daniel Pommers



Primero


Este cerebro
conoce
océanos con llagas,
venganzas
que hacen orilla en los
pabellones de muchas
gentes

en esa otra verdad sin mapas
que va, disparada, 
así tiene el hambre que
enamora a los sesos y que te
engatusa.

Dándole espejo/vergüenza,
pastillas de carne
o
de veneno. 

El cerebro lucha
sin espadas, solo
conforme hace su acorde.

Señor y Clavícula
son
histerias que
ningún ojo puede soportar...

Y cuando las luces
bajen del cielo, este
cerebro llevará
solo la carga.

En la última luna
nos sabremos conocidos
porque
nadie hace males en el fin de los tiempos.


Segundo


Puedes encontrar
una que otra bombilla,
hacerte dueño del
escalón y alumbrar con
pactos
tu
pelusa; en el infierno,

creerte
sendero y abrirte el
espíritu antes de
la burbuja; infinitos, 

tus deseos serán añejados
para cuando llegue la tormenta.

Pasear, 
entre los vivos,
componiéndote/musicalizado
incluso
volar, 

tras
escenarios que hiciste
tuyos desde el día uno,
cuando te guardabas
en vientre y en otras
lenguas.

Siendo estrella,
luego entenderás tu
linaje.



Tercero

ese fuego
ha sido
partido
ido en catástrofes
hasta
quedar dentro
así
el incendio vuelve
rehabilitado
dándote
caricias
juegos
y acordándose
de vivir sin
tu poder
porque
sin esa linterna
no vuelves a
encontrarte

solo
garabatos y legumbres
serán tus
nervios...
a la hoguera,

porque
espíritu sin fuego
para nada
sirve.



Cuarto


La
historia
de
Dios
está
grabada
en
tus
manos.


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