jueves, 13 de septiembre de 2012

{Las nubes filosas por su engaño} por Karina García

Las nubes –filosas- por su engaño, sacrifican el día… lloran la tarde.
El único polvo que sirvió la tierra fue castrado por la boca que encontró su aire.
El ser humano sembró sus dientes, “había demasiada agua” –decía.
Y el señor carpintero

-ansioso de trepar el árbol de aquel Hombre- 
no le encontró raíces.
Eran miles de manos las que le sujetaban;
mientras le tatuaba con sus uñas aquel tronco
-sujetado- que partía en sangre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario