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Antillas para los antillanos.
Ramón Emeterio Betances
El
animal interior de los gestores culturales en la isla es el ciempiés; se mueven
continuamente, son algo vivo tapado
por la humedad. Debido a esa esquizofrenia ultramarina es que su labor ha funcionado
para promover una maraña de identidades en la cual la puertorriqueñidad solo es
posible si va en huida o cuando algún dilema generacional le requiere ensamblar
el rompecabezas de la identidad para que se utilice como un signo más en el
diseño de su realidad. Si el carácter inquisidor del gestor cultural cae en la
trampa de la comodidad, el valor real de su empresa es puesta en suspenso (es
desactivada), hago referencia al error de disfrutar victorias obtenidas a raíz de discursos oficialistas o por políticas públicas que disimulan bienestar pero funcionan trastornando al ciudadano, cobijándolo a medias.
Puerto Rico |
Mientras
la isla tropieza con las restricciones del Estado Libre Asociado y el acabe de
su funcionalidad, la clase política busca monopolizar las acciones de algunas
porciones de la sociedad, esto con estrategias que desajustan las plataformas
que los gestores culturales inquirieren con tal de radicalizarse constantemente.
Así, amparándose tras los ecos del progreso con reformas atajo, el gobierno pretende manipular los esfuerzos y movimientos
de aguante civil.
Haití |
El
Puerto Rico antillano, la diáspora y los circuitos de resistencia caribeña han
comunicado el peligro de arrastrar los venenos que desde el siglo pasado se
alojaron en nosotros; el hecho de experimentar la violencia ocasionada por la guerra,
según la conocemos hoy mediante imágenes a las cuales recurrimos desde la
comodidad y la lejanía y casi siempre
en tiempo real, es entender malamente nuestro tiempo. Con la asistencia de la
tecnocracia actual, establecemos jerarquías investigativas en las que podemos
otorgar o desechar nuestro interés, dejando a un lado la realidad del evento; lo real siempre adquiere un valor
informático para nosotros los espectadores, evidentemente, esto implica una derrota
para la aldea y el quehacer universal que se nutre de la red informática como
herramienta gnoseológica.
República Dominicana |
El más
allá de nuestras violencias
¿Estaremos
observando el desarrollo de la Tercera Guerra Mundial? ¿De cuántas guerras
civiles tenemos conocimiento hoy día? Si los nuevos fascismos producidos por la
violencia de estado son atribuidos (adrede para fines investigativos) a la sociedad
donde germinan, podemos identificar un nexo entre los conflictos originados
durante la Guerra Fría y las naciones que a través de los años han ido cultivando sus movimientos con efectividad: un imperialismo total y expansivo en el cual el control se visibiliza de forma estratégica.
La
labor cultural es de quienes consienten dicha empresa, no corresponde a
ordenamientos de resistencia ya que su práctica nunca ha sido
obligatoria. No obstante, la mera existencia de gremios de producción supone un
parámetro de arranque. A veces, el punto de partida origina una especie de
terquedad que es representativa de los nuevos conservadurismos que deben
estudiarse con el propósito de tenerlos presentes pues, en algún momento, han
de ser descartados como errores, esto debido a que su constitución es nociva para la sociedad.
Cuba |
En el
reino de los muertos
Uno
de los vacíos investigativos de nuestra época es el poco interés que la
academia muestra por conocer las nuevas expresiones de lo espiritual. Al igual que
sucedió con la lucha política en Estados Unidos a partir de la década de los
sesenta hasta mediados de los ochentas, la mayoría de los grupos dedicados a la
revolución / revelación del ser tuvieron su ocaso cuando se distanciaron del
mundo, maniobra que en aquel momento les pareció correcta; eventualmente perdieron conexión con
el tiempo, demostrando así que la reclusión individual o colectiva puede
ejemplificar el peligro de las arrogancias generacionales. El carácter
nihilista de estos movimientos radicó en la terquedad anglosajona de confiar en
la supremacía de una universalidad espiritual que creencias como el New Age ofrecieron en aquel tiempo.
Múltiples
filosofías han conseguido acercarse al reino de lo desencarnado siguiendo un
estandarte categórico del discernimiento moderno y en función de las movidas
socio−históricas, coleccionadas por la humanidad para diferenciarse de la
religiosidad y sus instituciones. Sin embargo, las doctrinas cero fragmentaron la resistencia del imaginario colectivo
alejándolo de las autonomías ontológicas de su voluntad; y aunque la evolución
del capitalismo promueve decadencia y no da pie a la organización civil, resulta ser que el propio individuo es quien se encarga de tramar la estabilidad de dicha imposición; lo hace con
el objetivo de salvaguardarse, razón por la cual acepta la continuidad de supremacías
que, con el pasar de los años, dejan de ser signos pues se pierden en la voluntad de ir hacia una eterna innovación a la vez que agreden y confunden el organismo de su portador; deformándolo, así es posible neutralizar el carácter de la gestión cultural en cualquier gremio.
Puerto
Rico hoy
La producción literaria en la isla ha
evolucionado. Hay un sin número de publicaciones que demuestran el modo en que
los autores / colectivos administran la difusión de sus obras, o sea, las maneras
de posicionarse frente a los eventos nacionales y transfronterizos; en algunos
casos, la desconexión entre autores y lectores es tanta que el quehacer
cultural parecería pretender despachar su oficio con en el fin de establecerse en
el prestigio que las órbitas literarias promueven atrancándose en la defensa
de su empresa, de esa manera abandonan otros frentes y son incapaces de producir obras de comunidad
que sirvan como mercancías revolucionarias en las afueras de su agenda cultural.
Incluso hoy, luego de haberse confrontado con el estudio de literaturas de todas
las épocas y, habiendo obtenido herramientas de resistencia mediante la educación
institucional o de manera autodidacta, más ahora que el flujo informático podría
funcionar como conducto para diseñar una genealogía isleña que se distribuya en
la sociedad civil, todavía la gestión cultural sigue estropeándose.
La producción literaria es parte del cortocircuito
ocasionado por la ruina colonial y su dirigencia, según la hemos conocido en
los gobiernos de Puerto Rico; ruina que cambia de ensambladura constantemente,
así puede habilitar una disidencia de la distracción; lo hace mediante una casta
de gestores canónicos que, al recibir fondos o al aceptar puestos
gubernamentales (maniobra que el PPD siempre ha puesto en función), terminan
siendo portavoces del caos actual. Aunque estos gestores representan una
especie de victoria para las otredades que antes fueron marginalizadas, sus obras
son diseñadas desde otra esfera,
desde el horizonte que alberga solo a los suyos: no escapan de los tradicionalismos
fofos pues están colgadas a la comodidad de una táctica de intervención
oficialista para mantener el control.
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