sábado, 7 de marzo de 2020

Demonios que persiguen latitudes: 3 poemas de Daniel Pommers

Jan Frans De Boever, “La Sorcière”, gouache sobre papel.


Elemento de sueño

Me acomodo en ti
Abres tus ojos
Tu boca, tu olor
De tanto soñarte siento alegría 
Rápido escapo, sin miedo me desnudo
Eres mía, soy tuyo
Como algunos años se han ido contigo
Ya tengo músculos de intuición
Y te encuentro en la cama
A veces siento que regreso a ti
Que eres tú quién me sueña
Vienes con el ayuno // vienes a la misma hora
Somos amantes, somos algo en lo perverso
Ojalá y tú seas quien me sueñe // búscame, tú, ¡búscame! 
Si algún día regresas, llega con vida y, desnúdate, como siempre
Regresa, mientras, construiré un laberinto en esta habitación 
Así olvidaremos que hay demasiada vida fuera de mi cama.


Burbuja tiene tu lengua

Burbuja tiene tu lengua y por ella entran 
discretos sonámbulos a la quema fin 
al lastro estos esperpentos con ojos pelos de olor tabaco 
de perfumado a veces van mis demonios que persiguen latitudes 
suelen quejarse oportunos y deciden obsequiarte
hernia púrpura y rápida como pequeña manía 
amaneciéndose en mi pecho al servicio de una estrella bruna 
perra tímida bajo las piedras con su empujón y el olor 
mezcla que pretende contagiar mi forma con tus nalgas
ese sin tiempo es premio que no se deja meter las bocas 
es bomba que gime invisible para el sol y esto yo lo sé
como sé que dentro me esperan océanos dulces.


I wish that was true

La noche descalza es nuestra.
Y en la noche salimos a volar.
Hablamos en código como siempre.
Te escribo, Vístete que voy por ti.
Ojalá y fuera verdad, respondes.
"Quiero cruzar el océano y besarte".

viernes, 6 de marzo de 2020

Vuelve y aspira, aguanta y bota: 2 poemas de H.J. Leonard

Le Café de nuit, Vincent van Gogh, Óleo sobre lienzo (1888) 



Domingo de Río Piedras

No hay nada más lindo
que vislumbrar los tejados
desde la ventana de tu apartamento
a la luz del Belguel King y los gritos
de un tecato. 

Allá donde tu cuerpo se estira al igual
que tus gatos mientras la tetera azul neón
anuncia el café va a ser servido.

Allí en aquella mesa, lugar donde fantaseo 
treparte y arquear tu espalda enrolo 
un porro que tus blancas manos
encienden mientras cambio la canción. 

Nos movemos de las cursilerías de Drexler
a un punk francés que descubrí hace una semana 
y discutimos sobre los derechos trans
y el cómo en Puerto Rico apenas los negros 
nos vemos. 

Las horas pasan y la transferencia 
de saliva por chocolates del especial 
de Wolgrins no dan abasto
para llenarnos las panzas 
de tensión y mariposas. 

Mi celu suena. El deber me llama.

El silencio dice hola y tu cálida seca mirada
se convierte en desdén cuando 
el sensor prende la luz que chotea 
nuestras intenciones y otra noche


Turrón de Amapolas

La Chica en el Hostal zigzaguea entre llamadas,
el jefe jodiendo y el voluntario que yace muerto
a los pies de la alfombra. 

Se cayó del segundo piso 
en una jendía maltusiana 
de esas que se hacen famosas 
gracias a la indiferencia de
Mega TV. 

El estrés la abacora, me dice que enrole.

Allá en el cuarto 2, donde reside mi botín 
de guerra, pequeñas cosas que
se les quedan a los viajeros 
y hago mías a la fuerza, me siento 
con serenidad y calma a crear
mi próxima obra maestra. 

Son las 7:30 de la mañana, 
me acuerdo que hay café. 

Ya con el amansaguapos en la oreja
me percato ha llegado la inepta, 
sentada en mi asiento, 
y al verme bajar dos tazas 
de café se antoja de una tercera. 

Subo, bajo, saludo a la alemana
que aún anda consternada por el shock
de hace unas horas mientras el turista canadiense 
como si nada se va a hacer yoga 
con la maratonista de Brasil que acaba de llegar
de su corrida full tropical por la arena de Ocean Park. 

Esos dos hoy se chichan, más las tinas 
del techo del hostal serán testigos 
de los sucesos que predigo.  

Ya con café en mano y 
la ambulancia de camino
con el pobre chico que ha caído 
del segundo piso 
a la morgue más cercana 
donde un representante del consulado
español espera el cadáver para comenzar 
los trámites de repatriación, 
la Chica del Hostal con santa calma
manda al jefe pal carajo y me invita a salir. 

Yo accedo, soy también votado,
y me choguéo el café que ya frío 
de tanta espera me despierta
hacia una nueva libertad. 

Ya abajo, le paso mi obra maestra,
un 87/13 spliff puff puff gulú gulú y volamos. 

Ella aspira, lo aguanta, lo transporta
por su pecoso cuello hasta los labios 
recién pintados por el L’Oreal
Colour Riche Shine Lipstick 659 
que se ha tumbado de mi botín de guerra.

Te va a dar cangrena” le digo. 

Me mira, sonríe, se pone la mano
en la boca y en una morisqueta horrorizada
me dice “oh no, que tragedia”. 

Vuelve y aspira, aguanta y bota. 

Me pasa la obra y me dice “vayámos a Tostado”.

Sonrío y le contesto con pícaro gesto de flirteador 
profesional “solo si esta vez 
no haces esperar el enfríe del café”.