viernes, 6 de marzo de 2020

Vuelve y aspira, aguanta y bota: 2 poemas de H.J. Leonard

Le Café de nuit, Vincent van Gogh, Óleo sobre lienzo (1888) 



Domingo de Río Piedras

No hay nada más lindo
que vislumbrar los tejados
desde la ventana de tu apartamento
a la luz del Belguel King y los gritos
de un tecato. 

Allá donde tu cuerpo se estira al igual
que tus gatos mientras la tetera azul neón
anuncia el café va a ser servido.

Allí en aquella mesa, lugar donde fantaseo 
treparte y arquear tu espalda enrolo 
un porro que tus blancas manos
encienden mientras cambio la canción. 

Nos movemos de las cursilerías de Drexler
a un punk francés que descubrí hace una semana 
y discutimos sobre los derechos trans
y el cómo en Puerto Rico apenas los negros 
nos vemos. 

Las horas pasan y la transferencia 
de saliva por chocolates del especial 
de Wolgrins no dan abasto
para llenarnos las panzas 
de tensión y mariposas. 

Mi celu suena. El deber me llama.

El silencio dice hola y tu cálida seca mirada
se convierte en desdén cuando 
el sensor prende la luz que chotea 
nuestras intenciones y otra noche


Turrón de Amapolas

La Chica en el Hostal zigzaguea entre llamadas,
el jefe jodiendo y el voluntario que yace muerto
a los pies de la alfombra. 

Se cayó del segundo piso 
en una jendía maltusiana 
de esas que se hacen famosas 
gracias a la indiferencia de
Mega TV. 

El estrés la abacora, me dice que enrole.

Allá en el cuarto 2, donde reside mi botín 
de guerra, pequeñas cosas que
se les quedan a los viajeros 
y hago mías a la fuerza, me siento 
con serenidad y calma a crear
mi próxima obra maestra. 

Son las 7:30 de la mañana, 
me acuerdo que hay café. 

Ya con el amansaguapos en la oreja
me percato ha llegado la inepta, 
sentada en mi asiento, 
y al verme bajar dos tazas 
de café se antoja de una tercera. 

Subo, bajo, saludo a la alemana
que aún anda consternada por el shock
de hace unas horas mientras el turista canadiense 
como si nada se va a hacer yoga 
con la maratonista de Brasil que acaba de llegar
de su corrida full tropical por la arena de Ocean Park. 

Esos dos hoy se chichan, más las tinas 
del techo del hostal serán testigos 
de los sucesos que predigo.  

Ya con café en mano y 
la ambulancia de camino
con el pobre chico que ha caído 
del segundo piso 
a la morgue más cercana 
donde un representante del consulado
español espera el cadáver para comenzar 
los trámites de repatriación, 
la Chica del Hostal con santa calma
manda al jefe pal carajo y me invita a salir. 

Yo accedo, soy también votado,
y me choguéo el café que ya frío 
de tanta espera me despierta
hacia una nueva libertad. 

Ya abajo, le paso mi obra maestra,
un 87/13 spliff puff puff gulú gulú y volamos. 

Ella aspira, lo aguanta, lo transporta
por su pecoso cuello hasta los labios 
recién pintados por el L’Oreal
Colour Riche Shine Lipstick 659 
que se ha tumbado de mi botín de guerra.

Te va a dar cangrena” le digo. 

Me mira, sonríe, se pone la mano
en la boca y en una morisqueta horrorizada
me dice “oh no, que tragedia”. 

Vuelve y aspira, aguanta y bota. 

Me pasa la obra y me dice “vayámos a Tostado”.

Sonrío y le contesto con pícaro gesto de flirteador 
profesional “solo si esta vez 
no haces esperar el enfríe del café”. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario