Paul Gustave Doré (1832-1883) |
Este país
hambriento florece en reinados de terquedad
En gusanos, en movimientos bufo, infecto de alegría.
Este país es
una fábrica de ordenamientos en extinción
Un catarro disidente
donde las muertes se amontonan
Y las piedras
son ataduras para tachar el calor de los instrumentos.
Somos columna
de sal en la arrogancia de un maníaco
En juventudes
que vomitan ejércitos de alcahuetes sin luz
En una misión
indefinida: custodiar las materias ultramundo
A las vergas
libertas que se mudan de virtud abandonando lo normal.
Pero
En su
ineptitud, los descendientes de nadie viven refugiándose en el vacío.
El imperio agoniza
durmiendo sobre las heces lardosas, en su maleficio:
En una suerte
de enfermedad que vino a la isla y con ella, los galenos errata,
Los gremios
contentos, el fundarse en riñas, en increíbles cosechas de nevera.
Así son las
almas cerdo, se ocultan en aire
acondicionado y en cenas trampa.
Almas nonadas;
tropas de aseo liberal para purgar las islas de nuestra estirpe.
Mirándose káiser
de todos se piensan vencedores
Con el clavo
de esa mentira ambicionan nación.
Pero
A los oficinistas
de turno solo les agrada irradiar una Verdad, una Cultura.
Los oficinistas
de turno buscan escenarios limpios en fondas invisibles.
Los oficinistas de turno
siempre fracasan.
No pueden
ver el rayo de la calle.
No pueden
ver las matemáticas de una guerra.
No pueden
ver los agujeros de la escasez.
No pueden
ver el golpe infinito de los disparos.
No pueden
ver el rostro en las tumbas de su país.
No pueden ver signos de vida en las sonrisas de Nadie.
NADIE EN LA
CAMA
Nadie
desnuda su boca
Nadie vive
en la luna
Nadie
escinde su garganta para nadie
Nadie sabe
oír las rabias cotidianas
Nadie
podría amar una sonrisa honesta
Nadie
estuvo de viaje con las mariposas
Nadie
olvida que somos gracias a la muerte del rey
Nadie me
hizo el amor todas las noches
Nadie olvida
mis poemas tristes
Nadie soy
yo durante mis sueños
Nadie vino
alegre pero comió de mí
Nadie
regresará siendo la reina de mis noches
Nadie se
arriesgará a vivir conmigo
Nadie será la anciana que algún día visite mis huesos.