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Freud y la eterna búsqueda
Según, Freud, hay una antigua fragilidad ocupando la base de todo organismo inclusive sometiéndole frente a las topografías de su propia humanidad, en ocasiones a expensas del dinamismo provocado por regulaciones culturales o mediante las estrategias de los tantos acueductos estatales que funcionan en él, recíproca y cuasi naturalmente. En relación a este módulo de convivencia y el malestar que origina, Freud, escribe lo siguiente:
"Nunca dominaremos completamente la naturaleza; nuestro organismo, él mismo parte de ella, será siempre una forma perecedera, limitada en su adaptación y operación. Pero este conocimiento no tiene un efecto paralizante; al contrario, indica el camino a nuestra actividad."
Es curioso que en sólo dos oraciones, Freud, lograse englobar simultáneamente al maleficio de nuestro destino como criaturas resignadas al actual hundimiento del mundo, así como su esperanza; esto porque, aun padeciendo del germen cultural de la inestabilidad y el desasosiego, hoy día sí es posible reconocer cuáles miserias podrían ser consideradas tal vez por su cualidad de jamaquearnos, tornándose en una especie de enhancer de la realidad consecuentemente catapultando en nosotros una mejor o más favorable organización para la supervivencia. Así, también se hacen evidentes otras miserias (normas, según Freud decía) que, irremediablemente, deberían ser halladas, tajeadas y extirpadas de nuestro organismo; pues, el mero hecho de permitir su continuidad en los mundos que somos, significaría darle rienda suelta al sufrimiento y a las ambivalencias que nos mantienen cautivos: en ese ambicionar sin humanidad, nunca siendo invencibles.
Por tal razón, de todas las luchas obligatorias, la que nos exige pronto diligenciamiento es esa que se apodera del flujo de las economías informativas; confrontándonos ante siglos de transición entre los ámbitos paganos y otros circuitos, idos en la carreta de la religiosidad a morar en el limbo junto a las vanguardias, los neuróticos, gobiernos, ejércitos y a los tantos desastres operacionales que fueron confeccionados por la propia voluntad de la humanidad.
De esta manera y procurando llevar en todo momento los anteojos más regios, primordialmente, tendríamos que escudriñar las vísceras de cada referente (aunque este haya sido explorado con anterioridad) para luego extraer los gérmenes que posibiliten nuestro fortalecimiento; así, la contienda para apropiarnos de cada una de las tecnologías y las maniobras clave para que logremos mantenerlas bajo custodia, podrían ser nuestras únicas esperanzas de sustentabilidad luego de que las grandes potencias corporativas de control civil y estatal sufran su inevitable apocalipsis. Porque, sinceramente, preferiría tener la potestad para canjear data y bienes con otro sobreviviente que, por el contrario, a vernos nuevamente en la obligación de incursionar en el tedio y peligro que las oceánicas telarañas del Poder, siempre diseñadas para protegerse de nuestra humanidad.
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