Coppo di Marcovaldo |
Dicen
que hemos manchado a este país
que
la sanidad ha regresado al círculo del mar
al
atisbo macabro bajo el Triángulo de las Bermudas
sobreviviendo
de ostras despobladas, de principados,
de
ejércitos sierpes; dicen que estos demonios frustran
nuestras
guerras de remate contra el enemigo.
Dicen
que la serpiente comió de los sismos y de toda la laxitud revisada
de
los más devotos. Que la mayoría de nuestras tripas se almacenan,
ebrias
y negligentes, sin reino, como abono de un mal ya esponjado
en
la pezuña de lo abominable, en el orden del peor ciempiés.
Piedad
para las islas y sus desertores porque somos los modestos,
ellos
se dicen.
Aléjanos
del fin como allá están tus siervos salvos en la verdad,
así
se orquestan los genios del juicio.
Advertidos
como aldea de tanta pocilga pagada en los infiernos
Vamos de regreso a la
antigüedad, pensaron. Menos mal
que
los isleños somos islas de tiniebla; menos mal que por familia
solamente
se conocen datos repentinos, sin diseño de cuerpo entero.
De
lo contrario, este modo de obligarnos en asiento quebrado
sería
una vergüenza; mas con la poca ternura de nosotros los monstruos
esto
de tener merced, de estar tontos y de no vivir en isla de villanos
ya
sería un fiasco.