martes, 4 de junio de 2019

Cortante Carraízo: tres poemas de Alaira Alejandrina Lourido Corretjer

Angie Hoffmeister, 'Portrait', Punta seca (2011)



Cortante Carraízo

Es daño irreparable la sed mojada
de desenfrenos y descarrilados.
Beber de más y de menos deriva ábates aflictivos
por aguas aseadas sin alcance.
“Territorio del terror” son llamados a bocas secas,
los soñolientos apurados que sin dormir
no bebieron para apetecerse.
Tomaron, sin sentirse empapados
gracias al orden de presiones prescritas.
En sueños ajenos
fatigan sus despertares sedientos.
Cansados de no vivir,
sobreviven vitoreados por foráneos.
En el alba de sus pieles envejecidas
ante deshidrataciones, malheridas,
piensan: “La vida es corta sin deseos.”
Y, ¡pobre de ellos,
viejos, sedientos, y cansados! 


Miedo

Te recojo por las noches de lo alto, ¡divino fuego!
¡atravieso cascarrabioso y tupido sin casqueras!
que despojo, y muerden las mariposas los aposentos
y listan claveles resucitados
ya me envuelvo, ya no pienso,
que tengo los guantes bien puestos,
¡y bebo travieso los cuentos que dice mi madre!
¡Nací sin padre! Gritaba mi madre
de la planta fugaz, de los momentos perdidos en alharaquientos
No merezco saltarlos,
adoquines de cariaco,
yo me cuento los lunares tallados a choretas moscas
¡Ay! ¡Es que estos dolores lumbares!
Y no me encuentro los pasajes que alabaron,
satines grises vestían vislumbradas
sus manos astilladas
¡Y no me vendo y no vuelvo a caer!
¡no te creo y no me creo poder falseo amoniaco!
soy la tumba derrota de lo chipoteado en cumbre.


Feminicidio en el Paraíso

Qué tal, que hurtas por la gana de la condición que te lo permite.
Llevas barba atropellada con testosterona, y un juicio pobre que acentúas.
Me quitas el derecho de sentirme segura en la noche, 
con los pasos de lobos fieros.
Es que humillas y humillas plaga de peste que grita,
es que pides y coges,
y tomas con ansias los filetes que somos de la calle y siempre.
Hay que hablar porque frustra.
Hay que hablar por las hermanas encarceladas de bocas, pies y mente.
No estamos hechas para pensar, dice la gente.
Somos negocio, máquina a tus placeres, somos nada,
somos piezas, orgías, sin derecho,
y en el pecho placentero que rozas solo vez deseo y comida,
somos hilo, somos fragilidad con espinas,
somos la justificación de tus demonios
y los sacrilegios de tus crímenes al mirarnos hambriento,
somos denigración y rechazo a lo prudente,
somos 100 años de derechos a pajitas tiradas y seguimos siendo la burla eterna
por nacer tan todas, tan completas;
dios es usted, creando algo igual de contradictorio,
para mirar hacia arriba
hacia ÉL, que lleva tus partes,
para justificarte en la manipulación de la razón del poderío,
ese que llevas en el bolsillo desde que te guinda en carne.
Eres falocéntrico y dominante, y usas para todo lo que te conviene
y usarlo en nuestra contra por las ocultaciones del sol,
quieres controlar, eso es lo que apasionas
porque eres miedoso de que te lo arrebaten.
Seguimos esta lucha, más fuerte que antes jamás,
inacabada,
pero en pie sigue,
en memoria de la rebeldía que lo pensó antes,
en padecimiento de ti, mismo asesino,
tras las rejas de tus palabras y condicionamientos,
este en nuestro infierno, porque salimos del vientre de una madre, pareciéndonos a ella,
por las mismas, valientes,
así, que son nuestras heroínas,
nuestros espejos,
las admiramos siempre,
y por todas luchamos, y por nosotras y las que vienen,
la nueva religión será encontrarnos.

Entre sal y arena: tres poemas de Javier Insurgente Velázquez

Walter Gramatté, 'The great fear', óleo sobre lienzo (1918)



Anécdotas de un Bar

En un día lluvioso con el cielo gris y un poco morboso, me encuentro mirando un poso con ojos borrosos, en la mano una copa de licor que me tiene tembloroso, meditando como llegar a ser un hombre exitoso. En esta corta y difícil vida, buscando la salida para escapar de pesadillas, en una oscura guarida, voy volando en una silla, me escondo de la mentira que te enferma día a día. Alejado de la envidia que me fastidia, sigo hablando con botellas de ron que humedecen la sequía. Con una resaca permanente en el alma mía, voy bajando tragos largos por mi garganta fría. Adicto al deseo, esclavo del veneno con hielo, mis tormentos van desde la tierra hasta el cielo, antes estaba ciego, pero ahora busco ser certero, me empeño y también me desespero, seguiré charlado con el vino sin alimentar el ego.


Odisea

En medio de esta lenta odisea, espero por una estrella que ilumine mi destino y desapercibido trato de descubrir mundos diferentes. Pero solo encuentro misterios sin esclarecer, preguntas sin respuestas, acertijos sin resolver. Trastornos de la mente, miedos que me golpean el rostro de repente, causando que recuerde lo intenso de un pasado, lo efímero del presente. La incertidumbre del futuro, los rincones oscuros, los interminables días en que me sentía desnudo, tan joven, tan puro.


Loco Soñador

Noche larga, luna llena, perdidos en la esfera entre sal y arena los pájaros se alejan, danzando por la niebla corremos los dos juntos sin saber lo que nos espera. Propongo buscar ciudades bajo el mar y que te conviertas en sirena, prometo ser la estrella que brilla con destellos tu alma entera.