"I laughed and shook his hand, and made my way back home. I searched for a foreign land, for years and years I roamed. I gazed a gazeless stare, we walked a million hills. I must have died alone, a long long time ago. Who knows? Not me I never lost control; You're face to face with the Man who Sold the World."
- Nirvana, The Man Who Sold The World
¡Ciudadano! aquel perteneciente al club de ordenamiento y distribución de corn syrup, con sus ways of doing things around here. Se denomina así a la criatura que se piensa con derechos especiales en algún servicio o producto, claro que por acreditarse mediante un identificador y una clave de acceso obtenidos con previo registro en el sistema; nunca de manera gratuita. La membrana celular (ese ser o no ser de algún frió Estado Incorporado) que crece y crece hasta que arropar al planeta entero en su mescolanza.
El ciudadano funciona olvidando, por su bien y el de todos, el lazo, la baba. Dar cuenta de la pleonexia deja llagas y legumbres; chicles y malvaviscos de brea, progreso y heroína. Bendita unidad política que entre derechos, responsabilidades y privilegios (o como le llamen ahora) se licua para restaurarse en el deslumbrante amanecer de Dios, éxtasis y voracidad moralista. ¿Votante, consumidor, chiquitín del Estado?
¡Ciudadano nihilista pop! sacudiéndose, re-meneándose hacia una dulce comunión con ese carrusel poblado que vertiginosamente no va a ninguna parte. Unas dinámicas , ese emplaste humano que transita, fornica, ladra y sospecha con mil y un estilos distintos, pero a su vez iguales.
"Toda la vida en las sociedades donde rigen las condiciones modernas de producción se manifiesta como una inmensa acumulación de espectáculos. Todo lo que antes se vivía directamente, se aleja ahora en una representación."
- Guy Debord, Sociedad del Espectáculo
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