domingo, 2 de enero de 2011

Libro de la Perdición: poesía de Miguel Pruné

"Oh no, I've said too much, I haven't said enough
I thought that I heard you laughing
I thought that I heard you sing
I think I thought I saw you try...
Every whisper of every waking hour 
I'm choosing my confessions,
 trying to keep an eye on you
Like a hurt lost and blinded fool, fool 
Oh no, I've said too much..."
 R.E.M., Losing My Religion


[Sintomatología de la Época]

Mortal: [¿Qué es esto que no puedo percibir, con manos heladas tomando comando de mí?]

Muerte: {Cortesías, yo soy la muerte, aquella conclusión que nadie puede desterrar, yo agrieto los atajos al cielo, al infierno o al vortex}

Mortal: [¡Oh muerte! ¡Que alguien suplique! ¿No podrías esperar a llamarme en otro tiempo?]

Muerte: {Los niños jugaron, el predicador predico, el tiempo, el espacio y la piedad están fuera de tu alcance. Soy la muerte que vengo a tomar el alma y dejar el cuerpo  y dejarlo frio. Derivar la carne del soporte; tierra y gusanos ambos en tu cien.}

Mortal: [Oh muerte! por favor no me hurtes en esta etapa, mi capital y posesiones están todas a tu comando si remueves tu asfixiante mano.]

Muerte: {Ni riquezas, ni tierras, ni plata u oro; nada me satisface excepto tu aliento.}


[Diagnóstico de la Época]

          He cultivado mi percepción con considerables escritos, de místicos materialistas, de confundibles escépticos, de los grotescos inspirados con el alfa y el omega, de barbaros calculadores, y he buscado con sobriedad y pasión, el método por el cual el sapiente se asemeje a la imagen que él era en Dios, en la que no había diferencia alguna entre él y Dios, antes de que Dios creara las criaturas. Cuando exploro estos escritos, encuentro que el puro ser separado, a todo lo supera, pues todas las virtudes contienen alguna observación de las criaturas, mientras que el ser separado esta vacio de todas las criaturas.
           
Los maestros alaban el amor en gran medida. Yo, por el contrario, alabo al Ser separado por encima del amor. Al predicar procuro hablar de la separación y de que el hombre debe vaciarse de sí mismo y en todas las cosas. En segundo lugar, que hay que ser formado, de nuevo en el bien simple que es Dios. En tercer lugar, que el hombre debe recordar la gran nobleza que dios ha depositado en el alma a fin de que consiga maravillosamente, llegar a Dios. En cuarto lugar hablo de la pureza de la naturaleza divina, cuyo resplandor es inefable. Dios es un verbo, un verbo no dicho.

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