martes, 10 de abril de 2012

Conversaciones del limbo y otros mitos 'III' | Daniel Pommers

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Althusser y la consanguinidad en el software

Aunque el momento de la hermandad global nos parece una coordenada evidente, tenemos la tarea de escudriñar su funcionamiento en busca de posibles vaguedades que podrían perjudicar el valor de nuestra empresa.

Esa cualidad para facilitar pactos entre esquemas comunes de producción y otros órganos disímiles, claramente sostiene la elaboración de una aldea universal; sendero que, en los pabellones del comercio actual, se presenta como una buena táctica para ponerle fin a la evolución sistémica del capitalismo. 

Sin embargo, el software no posee un distrito exarticulado, no está afuera del panorama estético de las sociedades; por ende, la propia estructura y su (libertad) alcance será marcado por las desigualdades de nuestra idiosincrasia.  El mero hecho de transparentar su estructura para que sirva como herramienta, pone en riesgo la confirmación de la industria a la cual aspira. 

Respecto al individuo y su intercambio con el levianístico reino de las ideas, Althusser, escribió:

    "(. . .) esas ideas son actos materiales insertos en prácticas materiales, reguladas por rituales materiales definidos, a su vez, por el aparato ideológico material del que proceden las ideas de ese sujeto."

Si alguien pudo conocer de cerca las pesadillas que mordieron su camino a través de los tendones y misterios del insigne Partido Comunista Francés fue Louis Althusser... razón por la cual proponemos su obra teórica como un valor que entiende la tarea de exigirse una revisión constante, sin caer en la comodidad del sistema que le sirve como armadura.
Una codificación abierta desde la preeminencia que la multicultura propone, está sujeta a las trampas que derivarían de su conciencia al encontrarse con los gusanos que buscan la comodidad y el prestigio.  Esto debido a que la fuerza del ente prejuiciado se enfocaría en manipular los sistemas que le sirven sólo a él, negándose a fundamentar las bases de su propio gremio. 

"Decimos que la categoría de sujeto es constitutiva de toda ideología, pero agregamos en seguida que la categoría de sujeto es constitutiva de toda ideología sólo en tanto toda ideología tiene por función (función que la define) la "constitución" de los individuos concretos en sujetos.  El funcionamiento de toda ideología existe en ese juego de doble constitución, ya que la ideología no es nada más que su funcionamiento en las formas materiales de la existencia de ese funcionamiento (. . .)"

Si una entidad guarda para sí los fenómenos que suponían ser compartidos, la conciencia de uno se atreve al sabotaje.  Por tal razón, se decide por diluir el estupor del gremio mediante la sugestión de sus propias maniobras.  Por ejemplo, ese elemento puede considerarse portavoz de una presunta ética que los otros elementos han de seguir (en determinado momento).  Si la producción intelectual del gremio enfrentara cargos por difamación, el portavoz tendría la brújula para esbozar culpables ante cualesquiera que sean las fuerzas enemigas; de esa manera, estaría en sus manos la tarea de evidenciar cuáles elementos son adversos versus los otros, aquellos que todavía pueden servirle para su cofradía.

Althusser les llamó aparatos (AIE), y asimismo hemos de referirnos a estos agentes desorbitadores.  No hay que ser institución para hacer gestiones cohersivas, sólo se necesita la capacidad del capitalismo de quebrantar las relaciones de producción humana.

El fenómeno de sujeto, conciencia, creencia y acto(s) ha sido desmembrado por la propia arbitrariedad del software y por las maneras en cómo éste se lanza al constante diseño.

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