viernes, 1 de julio de 2016

POST SCRÍPTUM | Daniel Pommers

Wind-Fallen Trees (Ivan I. Shiskin, 1888, oil on canvas)


Los reportes del soldado Bokof


            Quisiera tener la voluntad para permanecer en la tranquilidad de este bosque, olvidarme de la espinosa promesa que hice, lanzar tu cuaderno de anotaciones en el vacío de un Cañón en Ciudad Hampa. Desearía liberar mi espíritu de la obligación que ha cargado desde que comenzó la guerra. Si no te hubieran herido de muerte, si quizás la bala hubiera chocado con tu rifle y no en el centro de tu pecho; si yo hubiera recibido el disparo del enemigo y no tú Bokof. Estoy seguro de que todavía irías por toda la región en búsqueda de Roffner, con la carta guardada en tu mochila; sé que estarías conmigo, caminando y hablándome sobre tu vida antes de la guerra, tus ojos resplandecientes, colmado de vida. 
            Debido a la misión que me tocó seguir luego de tu muerte ando fugitivo de nuestros ejércitos y, aunque han pasado dos años, sé que donde estás, lejos del mundo y su dolor, sigues retorciéndote de tristeza porque tu cuaderno todavía no ha sido entregado. El cuaderno viaja conmigo. Lo lamento Bokof, llegó mi hora de descansar.
                                                                                                          S. Escamora



‘In Arduis Fidelis’ (1919) by Gilbert Rogers. Oil on canvas.


Primera entrada. Perfil diario del señor Roffner. Puesto ocupado.
                                                                                                          J. Bokof

           
            Roffner es uno de esos húngaros que a primera vista provocan más tristeza que miedo. Es enorme, es un hombre altísimo pero cuando uno considera su cuerpo, mirándole desde cualquier ángulo, su estatura no es proporcional con la exagerada flacura que lo caracteriza. Roffner es raquítico, y no miento cuando digo que su color de piel siempre ha sido un enigma para mí; es amarillo, tiene muchos vellos en los brazos y en el pecho (lo sé pues ninguna camisa ha podido evitar que su voluminoso y rojo vello se desborde por encima de sus camisas cubriéndole la mitad del cuello). Su piel tiene manchas de todos los tamaños, manchas que esporádicamente aparecen por detrás de sus orejas y que han ido apropiándose de su piel; en ocasiones, el rostro del director parece brillar como lo haría cualquier lámpara eléctrica. Aun así, Roffner supone ser un hombre caucásico, de algunos cincuenta y tantos años de edad.

            Todas las mañanas Roffner toma servicio como director en jefe del Departamento de Investigaciones de la zona central en Isla UNO. En cuestión de minutos, se le puede ver pegado a un suero vitamínico que, según ha dicho el asistente personal de Roffner, a falta de esta infusión diaria de jugo, el jefe podría ser víctima de mareos y vómitos salvajes. Pero, nadie sabe cuál es la enfermedad que condena la salud del jefe. Nadie (por lo menos nadie dentro del circuito militarizado en la zona) puede dar cuentas sobre cómo Roffner y sus secuaces del ejército de Restauración llegaron a la Isla, ni cómo escalonaron rápido por el estrato interno del gremio central hasta obtener control de las dependencias más importantes. Pero el enigma de Roffner no radicaba en su notable habilidad para funcionar como un pulpo. A fin de cuentas, su poderío solo alcanzaba a tener control hasta los límites de la frontera con el mar pues, fuera de Isla UNO, nadie gobernaba a nadie.

Segunda entrada. Novedad extraordinaria.

                                                                       ***     
Hechos ocurridos el miércoles, 2 de agosto del año corriente.
Lugar: Departamento de Investigaciones. Nivel subterráneo.
Código: 25 ALPHA•LONDRES•VICTOR.
                                                                                                                      J. Bokof
           

9:00am
            Como de costumbre, a las nueve en punto, Roffner, en disposición protocolar como director de zona, comunica vía frecuencia las novedades:
            Con los buenos días a todos los compañeros, indiquen las respectivas novedades de cada sector y si alguna labor extraordinaria debe ser declarada para propósitos de arreglo en el itinerario, ahora es el momento para informarla. Nos espera un maravilloso turno. 
            De esta manera codificada, Roffner nos dejaba saber si durante el día se avecinaban inspecciones o visitas a nuestro departamento.

11:35am
            Estamos a la expectativa de recibir más instrucciones. Han pasado varios minutos sin escuchar el usual comunicado de las once de la mañana que el jefe imparte. Al cabo de treinta y cinco minutos de espera y ante la extrañeza del asunto, la directiva ha decidido entrar en la oficina del director. Se comenta que Roffner tal vez pudo haber padecido algún percance relacionado a su enfermedad.

11:50am
            Todo parece indicar que nuestro director ha abandonado las facilidades sin notificárselo al personal. La directiva ha convocado una reunión de emergencia. 

12:15pm
            El jefe ha sido declarado como una persona desaparecida de alto interés. 


Tercera entrada. Día 17 desde la desaparición de Roffner.
                                                                                                          J. Bokof

11:50am
            Han transcurrido más de dos semanas sin hallar pistas o evidencia concreta respecto a lo sucedido. Al momento no hay nada que reportar.


Cuarta entrada. Día 25 desde la desaparición.
                                                                                                          J. Bokof

7:00am
            El Comité de Seguridad Interna ha comenzado la cacería.


Quinta entrada. Día veintiséis desde la desaparición del director.
                                                                                                          J. Bokof

            No hay novedades sobre el paradero de Roffner.


Sexta entrada. Día 45. La Partición.
                                                                                                          J. Bokof


            Durante la madrugada de hoy quedaron oscurecidos los intentos de llegar a una posible tregua entre los oficiales del ejército de la restauración y los líderes de la falange Púrpura. Algunos soldados hemos decidido ingresar en los bosques de la cordillera y desde allí consolidar una pequeña falange con miras hacia futuros golpes contra la dirigencia. Según el último comunicado, la ofensiva figura como el siguiente movimiento a seguir. Al momento de preparar este reporte, los transportes alternos de movilización están siendo abordados; también se ha repartido un mapa con rutas para cruzar la cordillera. Los mapas fueron delineados y entregados por nuestros líderes de escuadrón. 
            Somos pocos pero temibles. Algunos como mi amigo, el sargento Sésis Escamora, han servido como motivadores levantando los ánimos de los compañeros. Estimo que prontamente experimentaremos algo de recuperación, quizá cuando nos hayamos adentrado en la montaña.


Séptima entrada. Día 57. La expedición.
                                                                                                          J. Bokof

            En la selva los días son húmedos, extenuantes. Durante las próximas dos noches, nos hospedaremos en la antigua cantera ubicada en la zona conocida como La Sierra del Muerto. Como muestra de compromiso y en solidaridad con los caídos, Sésis propuso como ofrenda que, por cada ser querido que hubiera sido asesinado por la Restauración, los soldados debían buscar dos piedras para colocarlas a orillas de la quebrada. Así lo hicimos.


Octava entrada. Día 58. 
                                                                                                          J. Bokof

            El compañero Sésis y este servidor hemos sido escogidos para emprender una misión de exploración de terreno. Tan pronto el alba deje ver sus primeras luces, partiremos de la cantera.


Novena entrada. Día 65. Búsqueda en la sierra.
                                                                                                          J. Bokof

            Los pasados días han servido para fortalecer nuestras ansias de supervivencia. En el inicio de la búsqueda conocíamos al pie de la letra la ruta que indicaba el camino hasta la presunta estación de radio en el valle oeste de la Sierra del Muerto, la difusora que funcionaba de albergue para la disidencia; no obstante, el propio Sésis fue el primero en aceptar el hecho de que, aun cuando estábamos cerca del objetivo, el problema de movilización era debido a un mal cálculo del estratega en búsquedas de la falange. Por este fallo en la inteligencia, nos habíamos extraviado y no contábamos con orientación real en el campo de batalla.

Hudson Valley Oil Painting w/ Cows, Sheep, Signed W.M Cormack


Décima entrada. Día 67. Valle del Muerto.
                                                                                                          J. Bokof

            Encontramos el albergue en el valle. Contraria a la información que nos había servido de esperanza en la dificultosa búsqueda, no hallamos signos de vida ni de alimentos, tampoco rastros que indicasen actividad humana en el lugar. La estación parecía estar abandonada hace meses. 
            Hicimos el conteo de suministros que teníamos pero nos topamos con la dura verdad de que poseíamos una escasa porción de comestibles y algunas onzas de agua destilada. No podíamos beber agua ni comer de ningún animal del área, era de nuestro conocimiento que los ejércitos de la Restauración habían envenenado los recursos naturales de la Sierra para evitar un éxodo masivo de la disidencia hacia esta región.      



Undécima entrada. Día 68.
                                                                                                          J. Bokof

9:35am
            Nos sorprendió el golpe de una corriente de fango. Llovía torrencialmente cuando el compañero Sésis y yo quedamos separados durante horas. Resbalé desde la cima del valle estropeándome el hombro izquierdo y lesionando mi tobillo.

12:25pm
            A pesar del incidente, pude componerme y los disparos al aire que Sésis hizo me orientaron hasta llegar a su ubicación. Pude abrirme paso entre la maleza y reunirme de nuevo con el compañero. Noté en él la alegría más grande y, sinceramente, puedo testificar que tan grato sentimiento fue reciprocado.
            Fue entonces cuando decidí notificarle a Sésis acerca de la existencia del documento que yo custodiaba en secreto; a sabiendas del alto riesgo que implicaría darle acceso a esta información, el compañero tendría que escoger entre asistir o enjuiciarme ante la justicia del movimiento pues, una vez fuera notificado de mi encomienda, ambos estaríamos en el mismo plano. Le pedí que me disculpara por la súbita ocurrencia diciéndole que si yo fuese a involucrarlo en algo banal, la mejor acción era permanecer en silencio sin siquiera notificarle la verdad del asunto. Me dijo que podía confiar en él. Entonces, procedí, le dije que en el interior de mi mochila guardaba un cartapacio de cartón con un documento clasificado para muchos, le dije incluso sobre el carácter abominable de la data en cuestión. Le indiqué que llevaba un cuaderno con reportes que, de ser necesario, serviría para que conociese a fondo acerca de la exclusividad de mi verdadera misión. Coloqué la mochila en sus manos y lo dejé solo para que la examinara por varios minutos. 

12:45pm
            A mi retorno, los ojos de Sésis habían cambiado de color, como si un espíritu obseso habitara en su cuerpo. Estaba pálido pero se puso de pie y me dio un apretón de manos a la vez que acercó su boca a mi oído y dijo: Bokof, no te preocupes, conservar un amigo vale más que recibir el fuego de mil rifles.

12:57pm
            Hago constar que el sargento Sésis Escamora ha sido debidamente notificado sobre los pormenores de la gestión que este servidor pretende llevar a cabo. Certifico que el sargento Escamora accedió a mi petición de encargarse de dicha gestión si el caso fuese que este servidor no pudiera ejercer su encargo. El compromiso y las especificaciones de la misión a seguir quedan escritas en tinta y su contenido ha sido firmado por el sargento S. Escamora, el mismo certifica estar en buena condición física y mental, certifica no haber sido coartado para aceptar dicha encomienda; este servidor, J. Bokof, firma la certificación como testigo ocular del sargento Escamora.
            Ahora el sargento Sésis Escamora tiene pleno conocimiento de la existencia, intención e importancia de la confidencialidad tanto del documento en cuestión así como del cuaderno de reportes que me fue encomendado. El sargento Sésis Escamora reconoce que, de suscitarse cualquier eventualidad que afecte o provoque la mortandad de este servidor, él quedará absolutamente a cargo de honrar el contrato que le fue transferido el día de hoy luego de que dicho documento me fuera comisionado el día miércoles, 2 de agosto del año corriente y que, en origen, fue entregado a este servidor por el mismísimo Director de Investigaciones, el señor Roffner.

Sésis, Judas Iscariote, hijo de un valle contaminado sin aliados

            Ahora vivo ocultándome en el universo escaso del bosque. Si hubiera sabido que terminaría siendo el mensajero de Roffner, un soldado traicionero y en fuga trabajando para Roffner, un soldado con la misión solitaria de darle la espalda a mis compañeros, sinceramente no hubiera optado por ingresar en este valle sin salida. Reconozco haber accedido voluntariosamente a la petición de Bokof, aunque aclaro que debido a mi decisión he fallado como soldado de un régimen que me antecede. Fui leal al egoísmo de honrar una faena individual incluso por encima de los diseños de nuestra orden colectiva como miliciano de la revolución anti oficialista. Si el objetivo tuviera como fin lanzarme en un abismo y eliminar toda evidencia de la data y los cuadernos de la mochila de Bokof, misión que ahora me parece ser una obstinación inquina que me encomendó un cadáver, tal vez vivir en el destierro de la jungla sería un empleo menos agudo de tragar. En la soledad de la sierra, el tiempo me ha dado una nueva tranquilidad que se niega a permanecer en el destierro. Si el hecho de continuar en fuga responde a una lealtad ciega por Bokof y no a los pactos que hice para luchar y alcanzar nuestra liberación, la solución es resignarme a vivir como un traidor. Pero sé sobre las fallas que se esconden entre las líneas de todo contrato, los contratos se pierden, pueden sufrir alteraciones y contrario a la eternidad de un pacto, el contrato tiene fechas de expiración.  
                                                                                                          S. Escamora

JOHN WALSH, THE WAR ARTIST, 2015

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