sábado, 30 de noviembre de 2019

Apuntes para un sueño de otoño: tres poemas de Noraida Malugin Soto

Salvador Dalí, 'Mujer y quimera', dibujo.


Apuntes para un sueño de otoño

Desperté y la nube lo cubría todo.
Mi cuerpo bañado en vapor de tierra.
La habitación desnuda se llenaba de ecos.
El silencio cargaba versos en sus brazos.
Los pájaros permanecían inmóviles en sus nidos.
Un grito moría lanzándose al vacío.

La mañana se enredó en mis cabellos.
Posó sus labios tibios en mi cuello vaporoso.
Clavó dientes y uñas en lugares secretos.
Una sonrisa se escapaba despacio.
La lluvia golpeaba la ventana al compás de los cuerpos.


El ruido de las trinitarias

El ruido de las trinitarias
no cesaba
la noche que partiste.

La muerte también es un
poema que se escribe
con el lápiz del olvido.

Los sonidos de tu
cuerpo aún vivo
se deslizan
despiadadamente
por el colchón.

Tus manos levantadas
como en oración
para recibirme en tu abrazo.
El duelo es un amigo
que te escupe la cara
sonriendo.

Tu voz vibrante
repite un rezo
más por escucharte
que por clamor al
divino. La vida te calla de golpe
y llega el temblor
disfrazado de descanso eterno.

Mis dedos cansados
de tanto llorarte,
aprietan el papel.
Se ahoga mi risa en
el desierto de la noche.

Cierro mis párpados
para invocarte,
me arropa tu calor vestido
de franela.
Te quitas las botas manchadas,
para cubrirte los pies
con la ofrenda de mis versos.


Breve historia de luz

La luz se cuela por la ventana cerrada.
El caos irrumpe sigiloso por los huecos
infinitos de las superficies.

Camina sin pies por el piso frío,
que huele a humo.
Siente el fuego vacío que le lame las piernas.

Se acuesta sobre la cama desnuda,
la cama y la luz.
Se abre la puerta.
La luna se esconde tras las almohadas.

Despierta y erguida despide a la luna
con una sonrisa.

Viento, la mañana, el mañana y los después.
La luz se despide de la cama desvestida.
El caos le toma la mano.

Vuelan, caminan o se elevan.
Se repiten.

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