Remedios Varo, 'Cazadora de Estrellas', (1956) |
La gente huye a diario
porque, aunque no digo todo lo que pienso
mis cejas lo vomitan.
Ya apesta andar siempre hombro arriba
cuchilla bajo la lengua
espejo tracción trasera.
Juro que no es paranoia
la obsesión de amordazar y hacer silencio
todo lo que el sentido común grita.
Apestan los abrazos podridos en el pecho.
Amor que se pudre sin ser composta.
El ojo que no para el aviso.
de que una ola está resurgida
matándonos.
***
Trabajaré la paz en estos días
sin resumirme al hombre que sigo siendo.
En algún hilván de fábrica teñida
esparciré los retazos de lo posible.
Hoy, trabajaré la pausa del tacón.
Tocando madera en algún pasillo angosto.
Me gusta pensar que hay ritmo en lo que piso;
volviéndose múltiplo de algún duende mágico
Mañana, si tengo suerte
Estiraré los brazos a un cielo vacío.
Me veré en acuarelas de la nada.
El cielo en mi pelo abrirá paso al reposo,
a lo diluto que será un enjambre de plumas.
Pasado mañana volverá la arena
y será huracán, y será ceniza,
en un estornudo hemorrágico me llenará de mi misma.
Entonces, acabada toda, retomaré la escoba
volviendo a cualquier día parecido al lunes.
Ordenaré la casa cuanto sea necesario.
***
Al balcón de esta casa
hago cuna para las tristezas.
Colocaré una hamaca para recibir a los amigos
y a su vez la suma de las cosas que colapsan.
Preparo algún sopa, mucha cerveza,
intentando que el espacio permita tomar las brisas.
La bendición de los amigos son las trenzas.
Ordenar cuanto sea necesario la casa,
permitir que el fregadero se desborde con frecuencia.
La bendición de los amigos son las trenzas.
Mirar el agua correrse entre las manos con alguien
poner luz a las aceras
abrir caminos.
¿Cuántas veces puede abrirse este cielo hacia la nada?
La bendición de los amigos son las trenzas.
Poner en orden, cualquier cosa,
o permanecer juntos ante la enredadera.