Otro ciclo bajo el poderío del mal. La humareda se extiende por laberintos de mutabilidad. La amenaza de combate es inminente. Nos preparamos, infectación total. Huimos hacia zona desértica con lo que pudimos salvar. La nave muestra la cercanía de los muertos, la angustia, la letalidad, las relaciones porcentuales entre números y rentabilidad nos indican que nuestros cuerpos son también mercadeados, bien así en nuestra ausencia, a cambio de una cubierta a plazos fijos. La precariedad para algunos es obsoleta, para otras, un misterio de revelaciones. Algo reflectante aparece en el radar. El RAM frena las ondas, convierte el exceso de energía en calor...
Esperamos que no localicen nuestra posición. Nos miramos y sin dudarlo, ya con nuestras herramientas, salimos a pasar la noche avistando lo cercano y lo lejano. Las estrellas debían bajar a acompañarnos y lo hicieron. Entre la mirada y el objeto, en cacería, la espera debe brillar, cosa de no dormirse en la paz del descanso.
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