Hay quien amanece
frío, sentado ante la tv
una mano apretada
en el pecho
la otra
en el control remoto.
Otros
una condición fatal
les consume,
cuando los síntomas
se hacen patentes
ya es demasiado tarde
para cualquier
remedio.
En cuanto a mí
desperdicio
mis noches en bares,
hastiado de todo
hundo la nariz
en tetas ya
desgastadas
con restos
de demasiada coca
y sake.
Lo propio de la
muerte,
para quien la busca
como yo,
es ser impropia.
Inoportuna.
Algunas mañanas
todavía me sorprende
despertar.
A mi lado en la cama
un cuerpo tibio
ronca el alcohol
de anoche.
Arrastro los pies
hacia el inodoro,
luego de regreso a la cama.
Despierta, zorra.
abre las piernas, que estoy duro
y mi turno
aún no llega.
-- hiroshi akatagawa, 1969
versión de e.s. ortiz
No hay comentarios:
Publicar un comentario