Eran tres hermanas gemelas. Eran mujeres, eran libres, iban
al mar para limpiar sus ojos, para poder ver el mundo más claro.
En un baile, la mayor de ellas abofeteó al comandante:
Váyase al carajo con su gobiernito de mierda.
Las tres, vecinas del Caribe afroantillano regresaron a
su casa al final del día. Pocas horas después fueron asesinadas.
Por poco no aparecen sus cuerpos. En el espacio infinito
no cabe el odio, sino el amor y el respeto.
Cuando leo cuentos para vivir siento mariposas en mi barriga.
LUNARES
Yo, me sé todos tus lunares.
Los conté mientras dormías.
A veces la luna me daba un rayito de luz,
para ayudarme en las noches.
Por el día, los volvía a contar, para no perder la cuenta.
Yo no sé si él se los sabe.
Yo, sí, y te lo digo, no pierdo la cuenta, nunca la he perdido.
Luego nos contamos cómo nos va
y decidimos si queremos
contarnos la cuenta, hasta el fin de los tiempos.
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