Hoy puedo afirmar sin traba alguna, y a mucha honra, que soy un socialcomunistagaypopuleteislamoseparatistateo.
“¿…qué carajos…?”
Exactamente. Oh, ¿veo que este término necesita aclaración? Bueno, pues vamos entonces a profundizar en el contexto apropiado.
No sé si se han percatado recientemente (pongo todo en duda pues el boricua cuenta con una capacidad casi sobrenatural para enajenarse de lo que ocurra en su entorno inmediato), pero lo que está chic en el momento es la otredad múltiple. Ya no basta con que a uno se le catalogue como parte de un elemento o categoría específica; todo el discurso de odio que caracteriza las esferas políticas, religiosas y sociales de la Magna Colonia se ha vuelto tan complejo que es necesario expandir y enriquecerlo, so pena que caigamos en una irremediable falta de terminologías apropiadas. Para mantenerse al tanto de la complejidad del odio en el país, hay que hacer síntesis de todos los grupos dignos de odiarse y crear una nueva definición, un nuevo paradigma o neologismo apropiado. En estos momentos envidio la capacidad de fusión morfológica con la que cuenta el alemán.
Lo siento por adelantado, pero vamos a tener que volvernos un poco posmodernos para intentar sobrevivir este disparate de país. En la excusa barata de simulación risible que pasa por normalidad en la isla, el ataque ad hominem general contra toda persona que se posicione en contra del poder es automáticamente deshumanizante. Todo aquel que disienta del fundamentalismo intolerante es atacado despiadadamente y acusado de estar en liga con el mismo demonio. En este punto tal vez deba aclarar que cuando hablo de poder, me refiero a la fusión permanente entre el sector bancario, la comunidad religiosa y los sectores partidistas del país. Estamos hablando de una sola entidad, subserviente a los intereses de un capitalismo desenfrenado, al punto más crudo de un neoliberalismo autoritario. No hay diferencia alguna entre el populismo partidista y la intolerancia religiosa. Estos son los sectores que insisten en construir nuestra hiperrealidad, basados en unos valores desquiziados, de personas que pretenden construir sus propios imperios en la Tierra pregonando verborreas espirituales idiotizantes. El desierto de lo Real jamás se había sentido tan frío en el trópico como se siente ahora (y eso que la Vía Verde no la han construído aún, para que reviente y nos caliente con su progreso, mientras nos ahorra una peseta en la mensualidad).
Y si algo nos debe de quedar claro, es que vivimos en tiempos de oscuridad. Estamos viendo un intento por revertir la sociedad puertorriqueña dos siglos hacia el pasado, pero de forma más cruda y abierta. Es un vil intento por establecer una teocracia reaccionaria y autoritaria, pregonada en el miedo y el odio. Ese odio nos ha debilitado como pueblo, y refleja el estado de infantilismo y oscurantismo que se come como un cáncer la mente de nuestra gente. En estos tiempos de incertidumbre y odio, tenemos que recordar que con tanto Otro que se fabrica en nombre de la intolerancia institucional y sistémica no tenemos otra opción que enfrentar a estas fuerzas oscurantistas, con sus dioses detestables y sus ideologías inhumanas.
Por eso soy, orgullosamente, un maldito socialcomunistagaypopuleteislamoseparatistateo. ¿Y tú?
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