domingo, 30 de septiembre de 2012

{-Ataúd de Cometas-} por Nadya M. Echevarría


No me aniquilaron. Luego de la explosión y de escapar de la gran nube expulsada desde los escombros mi mirada impuso cierta rutina giratoria extasiada con el análisis de los materiales. En un principio, la turbulencia del acto me halló sin huellas propias, con memorias inútiles y con un eco perplejo de un grito inconexo con el hambre que alberga una insuficiencia de datos, estratas de dudas y el vencimiento que ofrecen los destinos sin transformaciones de ojos.

Se me rompieron los oídos cuando fui lanzada al abismo y tuve que aprender a escuchar con los ojos a cierta agua que corria furiosa por un precipicio. Entre la turbia realidad sonaron canciones cifradas sin origen, verdades sobre tiempos que chocaban con el mío y alabé cada colapso de notas dejándolas caer dentro del pozo que se me acumuló desde aquel instante. Ví pues que el grito se me transformó en alas y he querido volver a recoger las pistas de lo que pudo haber sido mi tumba. Entre pedazos de cemento roto fluyen mentes desangradas como ruinas de naves perdidas sin el placer de desembocar afuera de los lindes prefigurados. Me alejé en mi barco hasta ver como se levantaba una isla como un altar bajo un sol ardiente centelleando sobre mi cuerpo reptílico, hundido entre mis montañas por donde soplan vientos con representaciones de oscuros mares.

Durante mi camino hacia las visiones se hizo la noche, me hice una con ella asechando las geografías con mi cuerpo. Fue mi deseo partir al sur observando un cielo con escalinatas donde proyectar un himno seducido en apetencias. Temblé en su rítmica de divinidad transfigurada ahora dentro de mi danzando sobre mi mar encrespado y vuelto coraje. Eternamente recuerdo a mi alma colgada en aquella cruz donde me soñé insurrecta.

Me dormí y el viento llevó mi nave como una flor solitaria hasta la costa. Desperté de nuevo a la locura, me acomodé las gafas y mi ropa. Lamí la sal de espaldas a la tierra mientras metía mis pies dentro de las botas. Antes de caminar suspiré y me prometí una cosa: Exfoliar mi corazón antes de cada gran batalla. Miro ya mi patria arrancada del suelo exhibida como escaparate veraniego sobre los cuerpos de los que perecieron cuando en aquella mañana sin hábito de duda los funcionarios recibieron la señal y sin más nos explotaron los puentes. Para nuestro bien deberíamos todos transitar por un único camino. Mis células purgadas por tantos sueños secados al sol despertaron contándome osadías de caminos asidos a volcanes de ganas…


***

{Transgredir las fronteras impuestas en la máquina de producción neocolonial abismada en la necedad de los portadores de deuda colosal. Desviaciones perversas de las perspectivas con las que de una forma u otra se consiente la intensificación universal del dominio aniquilador de nuestra humanidad. Me reúno con ustedes, mujeres, a por el desarme. Bien sabíamos que nuestro camino es uno de siempre comenzar, que en nuestra arquitectura no había base donde esperar a ser salvadas. Nuestro fin es el caos y en él acudimos al baile de imágenes elásticas de nuestros tiempos comprimidos, donde soltamos pájaros de diseños vividos dentro de costumbres orgánicas que vuelan lejos como sombras de conjuros.


[Galaksija.: by Nikolai Lutohin]


planes de pago
* * * Un sol
se cuela por el cielo
como ciudad siniestra
separada entre mis pasos.
Entre las ciegas soledades;
orfandad de quien mata
al padre y a la madre
incluso a sí mismo
con tal de que la muerte
no llegue de pronto
y descalabre un enjambre
de mil dudas
comprimidas en la conciencia
de quien precisa estar vivo
y entre cejas planifica consigo
sorbos que inquiere al caminar
Me espera
un ataúd de cometas. * * *

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