Preludio en C mayor
Yo comencé la pieza final,
Aquello falto de palabras,
Ejecutado con el cuerpo,
Sin más ni menos,
Lo necesario.
El cansancio fue la entrada,
De la repetición apalabrada,
La insatisfacción poco valorada,
Poco a poco transmutada,
En acción final…
De un duelo que apenas comenzaba.
No duele lo que ya ha sido vivido,
Anestesiadas están mi ansias,
De un calor pedido,
Sin respuesta en el alma.
Quedan los recuerdos…
De una coquetería ingrata.
El ahora… ni vacío ni lleno,
Inerte estado de arrogancia.
El deseo de estar inmune,
Llega después de la intolerancia,
De un beso no recibido,
De un sexo que no tocó mi calma.
La batalla comienza,
Siempre antes de la añoranza,
De unos labios tibios,
En el centro de mis entrañas,
Jamás correspondidos,
En mis circunstancias robadas.
El preludio se enmascara,
En un final arrebatado,
Delirios inhumanos,
De una visión ahumada.
No quiero seguir manifestando,
Mis pesares,
Mis lágrimas,
Mis penas,
Mis delirios,
En locura desterrada.
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