jueves, 19 de diciembre de 2019

Zine de Solsticio Paradiso | 20 Dic 2019





Gato Malo Editores y Generación del Atardecer Presentan:

 Openmic de:
- #Cuento   - #Poesía  - #Comedia_en_vivo  
- #Crónica  - #Relato

viernes, 20 de diciembre 2019 
El Local En Santurce @9:00PM
Entrada Gratuita

Saludos, La Generación del Atardecer hace un llamado todxs lxs gatxs malxs que gusten participar de recitar poesía, crónica o stand-up en el Open Mic Solsticio Paradiso, el cual se llevará a cabo el viernes, 20 de diciembre del 2019 en El Local en Santurce. Interesadxs escríban al Inbox de Gato Malo editores. 

Únete al renacimiento.

martes, 17 de diciembre de 2019

Con la última estirpe: dos poemas de H. J. Leonard

Howard J. Morgan, 'Annunciation, Deep House', Óleo sobre lienzo


La chica de cortos rizos

Con genial sonrisa me mira

la chica de cortos rizos
mientras escribo estas palabras. 

Allá en aquel incómodo cubículo, 

rodeada de llaves y documentos
de viajeros ambulantes que 
pretenden una larga estadía 
en este trópico que promete un paraíso
pero no los medios para alcanzarlo,
allá, la chica de cortos rizos
enrola tabaco con la última 
estirpe de una fusión entre 
Grandaddy Purple y Blue Dream.

Me invita al techo de aquel viejo

edificio a catar el transporte 
que la llevará a pensar en una mejor
vida lejos de las quejas 
de extranjeros que han chocado con 
la realidad del tercer mundo. 

Tras tres intentos fallidos su Zippo enciende 

la llama que comienza 
la reacción química que promete 
tres horas de interminable pavera. 

Sus blancos dedos 

se enredan con los míos
mientras me pasa el spliff, 
simple acción que confirma mi sospecha 
y premedita una advertencia.

El turno de hoy promete. 


La Ascendencia


En la 54 de ese callejón 

olvidado en el tiempo,
los mejores días de mi niñez advertí. 

Recuerdo la ametralladora automática

que añoro aparezca en los escombros
del techo derribado donde descansaba
el viejo telescopio. 

Recuerdo el revólver mi tía abuela

deciá “eso no sirve, es para
asustar nada más”. 

Pero el presentimiento de que luego 

de la vandalización de aquel 
templo de mi infancia,
aquella vieja pistola
ha dado muerte a uno que otro sicario
en las parcelas del campo aledaño,
es tan real como el olor a pimientos 
frescos que aun resguardo en mi memoria
cada vez que la nostalgia me invade 
y decido refrescarla con una visita
a aquella caída fachada. 

Allí se decía que en mi familia

sus mujeres eran de casta noble catalana,
fogosas amantes que aprendieron a
amasar pequeñas fortunas 
que perdían en la lujuria 
culpa de amores no correspondidos 
o justificados antes los ojos de Dios. 

El pueblo comentaba a espaldas 

de las desgracias, recordaba mi abuela. 

Por ahí viene Miss Ramírez, 

con cartera nueva y
pintalabio fresco.
Ha bajado del tren de San Juan
con paso turbio a la Berreteaga
decían los chismosos 
con caneca en mano.

A lo que mi bisabuela gritaba

sin que le titubiaran los dientes
aquella tarde de 1943:

Antes puta que sumisa, pues

este chocho es mío y le debe
cuentas solo a Dios”. 

domingo, 15 de diciembre de 2019

Estos muertos viajan en mí: dos poemas de Daniel Pommers

John Paul Jones, 'Night Lady', litografía, (1963)


Canción Negra

Estos muertos viajan en mí
abrigándose con peste y salivas baladí;
así de repentinamente somos lo majestuoso.

y antes de que las moscas se apropien de nuestro país,
el nudo de los diablos regresará sonriendo a la mesa.

lo aterrador es resignarse al Bouillon extranjero.

según me fue ordenado por el emperador negro
el ángel insondable, el enamorado, el pájaro avieso,
el disciplinado para limpiarse en el tumor de las guerras:
de los malignos que reventaban nuestros ríos al amanecer
de las manos jinchas y temblorosas que se hicieron gobierno,

en el manglar, a espalda de las vírgenes y en las orejas,
nacía una canción negra de difuntos negros y su secreto;
una armonía para protegerse de los ejércitos, de los inquinos.

mientras moríamos en arenas caracol
y éramos gusanos en la comida de Tchaka,
las lenguas negras y su concierto resistieron los años.
así escaparon
de toda ofensiva
de las bestiales fosas
de los imperios.


Elemento de Sueño

Me acomodo en ti
Abres tus ojos
Tu boca, tu olor
De tanto soñarte siento alegría
Rápido escapo, sin miedo me desnudo
Eres mía, soy tuyo
Como algunos años se han ido contigo
Ya tengo músculos de intuición
Y te encuentro en la cama
A veces siento que regreso a ti
Que eres tú quién me sueña
Vienes con el ayuno // vienes a la misma hora
Somos amantes, somos algo en lo perverso
Ojalá y tú seas quien me sueñe // búscame, tú, ¡búscame!
Si algún día regresas, llega con vida y, desnúdate, como siempre
Regresa, mientras, construiré un laberinto en esta habitación
Así olvidaremos que hay demasiada vida fuera de mi cama.

Rememorar el primer día: escrito de Emilia Elizabeth Chamba Vargas

Tora Vega Holmström, 'Konstnärinnan Maria Blanchard', Óleo sobre tabla. 


Muros

La distancia puede ser enorme a pesar de que estés junto a alguien. 


Me sentía lejana estando sentada con él en el mismo sitio, tenía ya la suficiente experiencia para entender que es posible estar al lado de otro ser, oírlo y tocarlo, y no obstante, estar separado por murallas insalvables.


En reiteradas ocasiones, él preguntaba cuando salíamos al lugar en donde nos encontramos por primera vez..., -"¿en qué piensas?"- Porque la mirada que sostenía, era desorientada, casi vacía como anhelando rememorar el primer día. 


Le respondía -"nada"-, pero esa respuesta significaba "todo".

"Imaginar cosas maravillosas" -me decía a mí misma- , ¿el amor era algo maravilloso acaso? Para la palabra amor tenía un término en particular y era catástrofe, un descarrilamiento de emociones, sensaciones.

Percibía el insignificante espacio que trascendía entre él y yo. Aún éramos jóvenes, pero la vida pasaba apresuradamente por nuestros rostros y pensamientos, desquebrajando cada infinidad de sueños que poseíamos.


Cuándo se es niño, los días trascurren despacio, los años corren con mayor lentitud y todo parece posible, extendiendo el camino hasta llegar al horizonte. Pero justo ahora los años se acercaban sobre mis sienes, corrían con creciente rapidez hacia el ocaso. A cada instante me cuestionaba si era realmente feliz... -"sí, lo fui"-. ¡Que feliz fui aquella tarde! 


La felicidad se componía por momentos, por pedazos: apreciándola, sintiéndola y viviéndola a veces. 


Tal vez el tiempo que viví y fui feliz en aquél lugar no volvería, a pesar de voltear mi cabeza y echar un vistazo al pasado, no podría ser como era antes. Los sentimientos deteriorados no se podrían volver a restaurar o construir para seguir junto a él. No existía aquél milagro de amarlo nuevamente, como lo amé antes, en su calidad inicial.


Los muros permanecían allí, sentados uno cerca del otro formando una lejanía extenuante.


jueves, 12 de diciembre de 2019

Travieso ingenio, terca ansiedad: dos poemas de Astrid Guerra

Gerda Roosval-Kallstenius, 'Horas del atardecer', óleo sobre lienzo sobre panel.


Poeta

Cuéntame poeta
a qué hora regresan las horas
a qué hora se calla el silencio
a qué hora regresa la luz

cuéntame poeta
dónde estarás
cuando empiece tu vida
cuando lleguen las palabras
cuando se acabe el dolor

cuéntame poeta
quién se llevó tu pluma
esa que tienes en la mano

cuéntame
por quién esperan tus versos
poetas
por quién.


Diarios

Llueve esta tarde

mientras te leo
Alejandra
me pregunto
cuántas lluvias
aliviaron tus angustias
cuántos libros
cuántas letras
serán suficientes
para calmar las mías

me miro en tu espejo
mi Proust
mi Huidobro
mi Vallejo
mi Cortázar
mi (Octavio) Paz
eres tú
como tuyos fueron ellos
algún día

ansiabas
una novela
sin saber
que lo eras

sabías tu voz
fluían tus versos

papel delirio
pluma cantante
verbo color
travieso ingenio
terca ansiedad

mientras
la lluvia
vuelve a caer.

                     Homenaje a Alejandra Pizarnik

martes, 10 de diciembre de 2019

Té de morfina por mis venas: tres poemas de Claudia Pascual

Paul-Albert Besnard, 'Adictas a la Morfina', grabado (1887)


Té de morfina


Té de morfina,
por mi sangre con jeringa,
para vivir con risa,
para morir sin prisa.

Una mano perla negra,
nudillos rígidos como peñas,
sus anillos crean cordilleras,
brilla la cima con oro y gemas turquesas.

Y entre sus dedos como cigarrillos quemando,
descansa la aguja- el temor y el deseo goteando,
y mi piel rompe y bebe como hacía antes,
hasta ver volar mariposas de sangre,
hasta ver risas, rosas y tus ojos morados.

Tu sangre se arrastra sobre la mía,
mariposas, rosas y risas,
jadeando, tu lengua alcanza la mía,
mañana es un ayer que soñaba.

Té de morfina
por mis venas vuela como golondrina,
para matar el tiempo de mis memorias,
para vivir soñando con el amor que me hacías.


Dame un beso

Dame un beso,
llévame al cielo,
hasta escuchar el eco,
del goteo de nuestros pechos,
romper las estrellas de hielo.

Dame un beso,
nademos,
hasta oscilar sin oxígeno,
y sentir bailar nuestros cuerpos,
embriagados por sal y amaretto.

Dame un beso,
llévame al infierno,
hasta relamer el veneno,
de nuestras lenguas en fuego,
por el frío maldito de este invierno.


Pensando en musarañas

Pensando en musarañas
brinqué al tope
de una montaña
sin rocas ni plantas
ni aves ni iguanas.

Había una charca,
dónde el viento me hablaba.
Su brisa, como dedos
tocaba las olas rígidas
como las cuerdas de una guitarra,
compuso una melodía
que solo yo me sabía
sin conocimiento
de las letras que producía.

Al ritmo crudo, las nubes vibraban
como azúcar rebotando en plata
creando hilos de biso, algodón rosada
meneando sus gotas de agua
resbalando al margen de nada
esperando la caída liviana.

Brotaron de gotas salpicadas
orquídeas blancas
con pecas moradas
suspendidas en el aire
persistieron girando
como hilanderos de viento
pétalo persiguiendo pétalo
amatistas ardiendo
entre el cielo y el suelo.

Ya no pienso en pajaritos preñados
bajo el árbol
me raspo
en madrigueras
duermen las musarañas.

domingo, 8 de diciembre de 2019

Mi propio altar: cuatro poemas de Javier Insurgente Velázquez

Francisco de Zurbarán, 'San Francisco en meditación', óleo sobre lienzo, (1639)



Mi propio altar

Susurrando pensamientos furtivos, me acuesto con el ruido del día, que cobija la nostalgia que gobierna mi espíritu, la amargura que vive en la mirada, las semanas en que perdía la razón, los momentos en que mandaba la ambición. Y soñaré con los párpados abiertos en la esperanza de que regrese la emoción, en la armonía del amor, en el alivio del perdón. Con la limpieza, pureza que crece un corazón, con la melodía y tranquilidad del viento, vuelo lento hacia mi altar.


El volcán de la vida

La vida es un volcán de emociones, inmerso en situaciones, colores y horrores rodean las sensaciones. Bendiciones, temores, dolores, pasiones, se transforman en llanto, sonrisas y manifestaciones. La hostilidad nos sigue el paso robando los corazones. 


Aprovechando la juventud

Aprovechando la juventud a plenitud, muchas veces en la oscuridad he querido ser la luz igual que tú, me encantaría nadar por debajo del océano azul soñando desnudo, fuera de este mundo que es un embudo, que la suerte solo le toca algunos, que para colmo viven con un corazón crudo, espero que respirar la paz se convierta en mi escudo. Contra el mal, que derrite el bien, ojalá llueva esperanza para no enloquecer, jamás olvidaré, pero siempre recordaré, que mañana es otro día, hay un nuevo amanecer. Y empezar a creer en la libertad, necesito pensar en que puedo volar, pintar una estrella con la ilusión, hacer que salga el sol con los latidos de mi corazón.


Todavía
                                                     
Todavía siento tus piernas temblando alrededor de mi cintura, y mi mirada conectada con la tuya, además de una química que penetra en mis labios, cuando tocan los tuyos bajo la luna.

viernes, 6 de diciembre de 2019

Lo que quería era TINA: poema de José Luis Cortés

Francis Bacon, 'Head I', óleo sobre tabla (1948)


Préñame

Acho, si le cuento, ¡no me lo va a creer!

Llevo tres días de party, me metí en un hookup site, pero de… de gays.

Yo bien tecato, lo que quería era TINA… Crystal Meth. A todos les preguntaba, "¿fumas? ¿fumas?"

Si no, ni te me acerques, pensaba yo. Lo que quería era drogas y sexo, en ese orden, no importa con quién. Nunca he pagado por ella. Esta vez puse que era positivo. Y top.

La reacción fue sorprendente, la cantidad de gente que respondió me deseaba enfermizamente, me convertí en un objeto con valor añadido, high o no, querían lo mismo: mi virus.

Querían estar seguro que no me estuviese tomando las meds, claro, porque querían que los preñara con mi AIDS baby.

Préñame, préñame, préñame”.

De momento, me conecto con este Adonis. Lo quería a él como él quería mi toxic load. Fue tan enfático en saber que estaba indetectable que le mentí y le dije lo que él quería oír.

No, no tomo meds”.

Hasta me inventé una carga viral súper alta. Inmediatamente me envió su localización y me dijo que íbamos a fumar. Tenía TINA, y estaba riquísimo. Con la anticipación, comencé a temblar, me tiritaban los dientes, una cosa incontrolable, perdía control del cuerpo, creía que hasta el taxista podía oír mis dientes chocando uno contra el otro. Sólo me calmé al darme el primer pipazo.

jueves, 5 de diciembre de 2019

Un zap para acomodar tu cerebro: poema de Abigail Burgos

Diego Rivera, 'Los vasos comunicantes' (1938)


Aquí

Aquí me veo,
En el mismo camino
Dando el rodeo,
Creyendo que la ruta va a cambiar.
No, no va a cambiar,
Es lo mismo, de una forma u otra.
Quizás sea un vicio,
Quizás uno no quiere terminarlo,
Por más que uno trate.
Por que a uno solo le gusta un porciento,
Un fragmento de luz,
Una pequeñez.
El resto es el vacío que no se llena.
Que no se lúbrica con estímulos,
Si no con engaños.
Esos ricos y deliciosos engaños que uno mismo se provoca.
Como meter el tenedor en el interruptor de enchufes,
Sabes que hay peligro, que estás destinado a una sensación
Distrofiada, un zap para acomodar tu cerebro.
Como los locos en el Capestrano.
Zap zip zup
Una fuerza que agarra tu brazo y te obliga a soltar el tenedor.
Con los mocos por fuera del llanto invadido,
Miro el tenedor, prendiendo una papita, un pollo, un duby o como le llames.
Soy un culo apretado sin poder soltar mis flatulentos olores al mundo.
Aquí atrapada en el círculo que he creado,
Cómo las tómbolas, las picas de caballitos,
El bingo de tu abuela.
Así en el eterno eterno.
Soy un ser masoquista,
Sin frenos, con deseos de autodestruirme para luego
Resucitar a lo “llizus” ,
Quiero salvarme, excomulgarme,
Tragar agua bendita y quemarme lento,
Bien rico, sentada en sofá,
Cogiendo fuego por los ojos,
24/7 lleno de canales,
Se me prenden como diablo en noche de santeria,
Mientras que los gallos de cuello rojo,
Me mojan en rubies, dilatando mis arterias,
Abriendo camino en la histeria de volver al empezar.
Aquí me veo.