domingo, 8 de diciembre de 2019

Mi propio altar: cuatro poemas de Javier Insurgente Velázquez

Francisco de Zurbarán, 'San Francisco en meditación', óleo sobre lienzo, (1639)



Mi propio altar

Susurrando pensamientos furtivos, me acuesto con el ruido del día, que cobija la nostalgia que gobierna mi espíritu, la amargura que vive en la mirada, las semanas en que perdía la razón, los momentos en que mandaba la ambición. Y soñaré con los párpados abiertos en la esperanza de que regrese la emoción, en la armonía del amor, en el alivio del perdón. Con la limpieza, pureza que crece un corazón, con la melodía y tranquilidad del viento, vuelo lento hacia mi altar.


El volcán de la vida

La vida es un volcán de emociones, inmerso en situaciones, colores y horrores rodean las sensaciones. Bendiciones, temores, dolores, pasiones, se transforman en llanto, sonrisas y manifestaciones. La hostilidad nos sigue el paso robando los corazones. 


Aprovechando la juventud

Aprovechando la juventud a plenitud, muchas veces en la oscuridad he querido ser la luz igual que tú, me encantaría nadar por debajo del océano azul soñando desnudo, fuera de este mundo que es un embudo, que la suerte solo le toca algunos, que para colmo viven con un corazón crudo, espero que respirar la paz se convierta en mi escudo. Contra el mal, que derrite el bien, ojalá llueva esperanza para no enloquecer, jamás olvidaré, pero siempre recordaré, que mañana es otro día, hay un nuevo amanecer. Y empezar a creer en la libertad, necesito pensar en que puedo volar, pintar una estrella con la ilusión, hacer que salga el sol con los latidos de mi corazón.


Todavía
                                                     
Todavía siento tus piernas temblando alrededor de mi cintura, y mi mirada conectada con la tuya, además de una química que penetra en mis labios, cuando tocan los tuyos bajo la luna.

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