Ernst Fuchs, 'Luna', punta seca, aguafuerte y aguatinta, (1981) |
DE LA RABIA Y OTROS ZUMBIDOS
Escupe el fuego de su boca
mientras le ruge el mar en las entrañas.
Silban las sirenas milenarias
para arrullarle la rabia dormida.
El vacío se cuece despacio mientras
se desviste a dentelladas.
Bola de llamas indómita tras la jaula del silencio;
lanza miradas sucesivas al camino que serpentea.
El cuerpo aguanta, revuelve, embiste, repite.
Rebobina las olas que se escapan del pecho.
Envuelta en espuma centellea una sonrisa,
desnuda se derrite por el vórtice.
Se detienen las lenguas encendidas,
las aguas duermen, se silencian los zumbidos.
Emerge vestida de luz, cual dríada lejana, adornada y etérea.
DESDE EL ENCIERRO
Brotan flores blancas
en los recovecos de los tallos
torcidos, mientras grita mi piel
otra melodía oscura y sangrante.
El sol lame cada rincón
de este eterno verde monte
que me siente crepitar.
Bailotean las hojas
para complacer al viento,
así como me complazco
en este silencio que no lo es.
Esta placidez
que se parece tanto a la locura
no acaba, se extiende,
segundos que son horas,
horas que son días,
días que son meses,
y así se nos extingue la vida.
DANZA-LLAMAS
En tu ausencia me desnuda la noche,
se cuela sigilosa por la ventana
y posa dos estrellas sobre mi pecho.
Creo que duermo mientras
la luz plateada baña el lugar
donde se esconden mis anhelos.
Besos turbios de luna se enredan
entre las sábanas azules
que una vez te cubrieron.
Mi pelo es una madeja viva
que se retuerce entre sus manos
clamando un dulce pesar.
Una danza macabra
con este cuerpo que vive y palpita,
que espera y arde.
Una llama se enciende
en la punta de los dedos.
Escupe el fuego de su boca
mientras le ruge el mar en las entrañas.
Silban las sirenas milenarias
para arrullarle la rabia dormida.
El vacío se cuece despacio mientras
se desviste a dentelladas.
Bola de llamas indómita tras la jaula del silencio;
lanza miradas sucesivas al camino que serpentea.
El cuerpo aguanta, revuelve, embiste, repite.
Rebobina las olas que se escapan del pecho.
Envuelta en espuma centellea una sonrisa,
desnuda se derrite por el vórtice.
Se detienen las lenguas encendidas,
las aguas duermen, se silencian los zumbidos.
Emerge vestida de luz, cual dríada lejana, adornada y etérea.
DESDE EL ENCIERRO
Brotan flores blancas
en los recovecos de los tallos
torcidos, mientras grita mi piel
otra melodía oscura y sangrante.
El sol lame cada rincón
de este eterno verde monte
que me siente crepitar.
Bailotean las hojas
para complacer al viento,
así como me complazco
en este silencio que no lo es.
Esta placidez
que se parece tanto a la locura
no acaba, se extiende,
segundos que son horas,
horas que son días,
días que son meses,
y así se nos extingue la vida.
DANZA-LLAMAS
En tu ausencia me desnuda la noche,
se cuela sigilosa por la ventana
y posa dos estrellas sobre mi pecho.
Creo que duermo mientras
la luz plateada baña el lugar
donde se esconden mis anhelos.
Besos turbios de luna se enredan
entre las sábanas azules
que una vez te cubrieron.
Mi pelo es una madeja viva
que se retuerce entre sus manos
clamando un dulce pesar.
Una danza macabra
con este cuerpo que vive y palpita,
que espera y arde.
Una llama se enciende
en la punta de los dedos.
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