Generación del Atardecer presenta:
Haití: Ocupación humanitaria y golpes de estado multilaterales
En 1804 Haití se convirtió en la primera república negra
independiente del mundo tras una exitosa revolución de esclavos.
Doscientos años después, devastada por el colonialismo y la
violencia, Haití fue colocada bajo ocupación militar de la O.N.U.
Este texto busca delinear y contextualizar la historia reciente del
país, desde el golpe de Estado del 1991, el segundo golpe de Estado
multilateral del 2004, ambos contra el presidente Arístide hasta el
devastador terremoto del 2010 y la ocupación humanitaria que le
siguió.
Un creciente cuerpo de trabajo investigativo explica cómo al
comienzo del siglo 21 la "comunidad internacional" trabajó
con la élite haitiana para hacer un asalto criminal y muy exitoso en
la democracia haitiana. La generosidad que millones de personas en
todo el mundo muestran hacia los haitianos, después del terremoto,
ha sido escandalosamente utilizada para reforzar los intereses de las
élites haitianas y extranjeras que dirigen Haití.
El filósofo
político Peter Hallward
refuta el imaginario que se ha vendido sobre el rol de la “comunidad
internacional" en Haití desde 2000. Hallward revela
la función de las fuerzas internacionales contemporáneas como
organizaciones internacionales financieras, estados-nación
poderosos, corporaciones multinacionales y organizaciones no
gubernamentales (siglas en ingles NGO, Non-Goverment
Organization),
en desestabilizar regiones para unas redes corporatocráticas
globales, entiéndase que corporatocracia significa el gobierno de
las corporaciones, el cual es una denominación dada a un gobierno en
el cual el poder ha sido transferido desde el Estado o desde una
soberanía autentica a las corporaciones multinacionales.
Las
instituciones del gobierno de Haití así como la sociedad civil
estaban efectivamente paralizadas, mucho antes del terremoto del 2010
que redujo Port-au-Prince a escombros. El golpe de 2004 de Haiti ha
hecho que cada desastre natural y crisis política sea una
oportunidad para que ciertas redes del gran capital internacional
tengan control sobre el territorio, la forma de gobierno y las
finanzas del país. Este es el dilema central de Haití hoy en día,
lo que Justin Podur
llama la eficacia de la “nueva dictadura": sin soberanía, el
poder se abstiene de toda responsabilidad. Los donantes extranjeros,
organizaciones no gubernamentales, accionistas y financiadores tienen
el poder de dictar las políticas económicas y políticas que tienen
consecuencias mortales en Haití. Podur desenmascara la cruda
realidad de una ocupación internacional supuestamente benigna,
argumentando que la negación de la soberanía es la causa
fundamental de los problemas de Haití. Los problemas de la pobreza
no pueden ser resueltos con ayuda humanitaria.
Las catástrofes con efectos imprevisibles a largo plazo son la
contracara estructuralmente necesaria del proceso de modernización
tecno-económico y político-militar en el marco de la globalización
capitalista según EE.UU. La catástrofe es el escenario ideal
propicio para intervenciones neocolonizadoras.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) son
actores clave en el proceso de desestabilización económica y
política. Mientras lleva a cabo bajo los auspicios de un organismo
intergubernamental, las reformas del FMI tienden a apoyar los
objetivos estratégicos y de política exterior de Estados Unidos. El
consenso de Washington se manifiesta en las medidas de austeridad y
reestructuración del FMI a través del mundo donde sus consecuencias
son devastadoras, y aun contribuyen a desencadenar conflictos
sociales-politicos y étnicos. Reformas monetarias, económicas y
financieras del FMI a menudo han precipitado la caída de gobiernos
electos democráticamente. En Haití, el FMI ha patrocinado reformas
de austeridad sistemáticamente desde la era Duvalier. Se han
aplicado en varias etapas desde la primera victoria presidencial de
Arístide en 1990. El golpe militar de 1991, que tuvo lugar 8 meses
tras la adhesión de Jean Bertrand Aristide a la presidencia, fue en
parte la intención de revertir toda una serie de reformas
progresistas del gobierno de Aristide y re-establecer la agenda
política neoliberal de la era Duvalier.
Según China
Mieville
(2008) La invasión de Haití del 2004 muestra que el
multilateralismo puede ser igual de efectivo como estrategia
imperial, sino más efectiva que el unilateralismo. Haití debe
recordarnos cabalmente que el paradigma de intervención multilateral
con su aparente legalidad no representa una oposición a otras
estrategias de control imperial como el unilateralismo. Mucha de la
crítica liberal a la forma en que la administración Bush argumentó
su guerra contra Irak ha tomado una forma legal. Dicha crítica ha
implicado a menudo que el unilateralismo de EE.UU. ha sido un
proyecto definitorio neoconservador y que el multilateralismo por
contrastante es supuestamente ni ilegal ni objetable. El
derrocamiento del presidente de Haití, Jean-Bertrande Aristide en
2004 y la posterior instalación de la ONU-MINUSTAH para mantener una
supuesta paz en el país fue una acción multilateral de un modelo,
que debería de ser problematizado.
Podur ofrece una historia política de Haití contemporáneo sobre
cómo una violación multilateral de la soberanía haitiana se
organizó y llevó a cabo. Se basa en una amplia gama de informes
académicos, periodísticos y de derechos humanos, así como cables
de la embajada publicados por Wikileaks, para documentar la forma que en
Haití se convirtió en un experimento de laboratorio para un nuevo
tipo de imperialismo. Documenta cómo el gobierno post-golpe fue
cuantitativamente peor que Aristide, Podur anota en detalle
meticuloso el recuento de las aberraciones de derechos humanos
cometidas por el régimen golpista post-Arístide apoyado por Estados
Unidos, cuyos escuadrones de la muerte purgaron los barrios pobres de
la capital, en una campaña para desmovilizar y neutralizar al
popular movimiento democrático Lavalas que había llevado dos veces
a Arístide al poder. El Movimiento Lavalas de Haití nace en la
década de 1980 durante la lucha contra la dictadura de Duvalier y su
legado de juntas neo-duvalieristas.
Jean-Bertrand Aristide nació en Port-Salut, Haití, realizó sus
primeros estudios en una escuela salesiana en Port-au-Prince y luego
acudió al Colegio de Notre Dame, de donde se graduó en 1974.
Posteriormente, hizo un curso de noviciado en La Vega, República
Dominicana, antes de retornar a Haití para estudiar filosofía en el
Gran Seminario de Notre Dame y psicología en la Universidad de
Haití. Una vez terminados sus estudios en 1979, viajó a Europa y
estudió en Italia, en Canadá e Israel. Domina varios idiomas además
de sus lenguas maternas francés y creolé, como español, inglés e
italiano. El joven Arístide retornó a Haití en 1983 para ser
ordenado sacerdote salesiano.
En 1985,
Jean-Bertrand Aristide se hace pastor de una parroquia pobre en
Port-au-Prince. En su labor como líder religioso de comunidad,
adherido a la Teología de la liberación, organizó y dirigió una
serie de movimientos de protesta contra el gobierno de Jean Claude
Duvalier, Baby Doc. Una
insurrección acabó con el gobierno de Duvalier Jr. el 7 de febrero
de 1986, a raíz de varios factores, entre ellos la retirada del
apoyo militar y económico de EE. UU. a la Familia Duvalier, intensas
protestas internas que trajeron como consecuencia un golpe militar
perpetrado por el jefe del ejército, Henri Namphy. Tras su
derrocamiento en febrero por su propio jefe militar, Duvalier Jr
(Baby Doc) y su familia se exiliaron en Francia, cuyo gobierno le
brindó asilo a él y su familia. Para
los próximos cuatro años de 1986 al 1990, Haití fue gobernado por
un grupo de civiles y oficiales militares que gravitaban cerca de las
esferas del poder del ex dictador.
Jean-Betrand
Arístide se mantuvo firme en su labor organizativa, dirigiendo a
grandes sectores del pue blo haitiano en las protestas contra la
nueva fase de la dictadura neo colonial e imperialista, mejor
conocida como "duvalierismo sin Duvalier". En 1988 la orden
salesiana de la Iglesia Católica, bajo la presión del gobierno
Haitiano, acusó a Arístide de incitar a la violencia en la
población contra los dictadores post-
duvalierismo
y fue expulsado de la orden institucional religiosa.
En
diciembre de 1990, en las primeras elecciones libres en Haití desde
1804, Arístide fue elegido presidente de Haití.
La narrativa histórica sancionada oficialmente dice que Arístide
después de su triunfo electoral en 1990, se transformó en otro
brutal dictador, y que por lo tanto fue derrocado en 1991,
reemplazado por los EE.UU. y la comunidad internacional en 1994; para
luego perpetuar fraude electoral la gran escala en 2000 y llegar por
segunda vez a la presidencia de Haití; hasta que un movimiento
popular finalmente lo derroca en 2004.
Toda esa narrativa es una tergiversación crasa y risible,
Jean-Bertrand Aristide fue y sigue siendo el líder clave del
movimiento popular Lavalas que surgió en la década de 1980. Lavalas
significa en creolé “la avalancha”, el torrente de un amplio
proceso de movilización de organizaciones populares y de la sociedad
civil que buscan construir una nueva sociedad de producción,
justicia, participación y transparencia. Lavalas representa una
amenaza significativa para el poder de la élite administrativista
neo-colonial haitiana respaldada por redes socio-económicas de
Estados Unidos y la corporatocracia global. Un golpe militar de
Estado al mando del general Raoul Cedras en 1991 en respuesta a la
victoria electoral de Arístide en 1990 dejó unos 5,000 muertos.
Cinco mil
(5,000) partidarios de Lavalas fueron asesinados mientras Arístide
estaba en el exilio entre 1991 y 1994, sin contar las decenas de
miles de muertes que se han atribuido a las dictaduras de ambos
Duvalier Sr. y Duvalier Jr. En 1994 Arístide, adecuadamente
neutralizado de ejercer efectivamente su mandato, se le permite
regresar a Haití. El
15 de octubre de 1994, marca el clamor popular que acogió al
Presidente Jean Bertrand Aristide cuando regresó a Port-au-Prince,
luego de la intervención de las tropas norteamericanas y elementos
golpistas en el Ejército Haitiano. Así terminaron tres años de
exilio del presidente constitucional, en Caracas y Washington, luego
del sangriento golpe de Estado de septiembre 1991, que como mencioné
anteriormente tuvo un saldo oficial de 5,000 muertos. En las
elecciones de 1995, René Préval fue elegido presidente para un
mandato de cinco años. Para las elecciones del 2000 Arístide, junto
con el movimiento Lavalas, organizan a la población para cumplir con
las reformas económicas, políticas y agrícolas que no llevaron a
concretizarse en la década de los 90.
Después de ganar una segunda elección en el 2000 a pesar de
limitaciones extremas financieras y políticas, Aristide y el
movimiento Lavalas aún tenían aspiraciones inaceptables para Haití
desde el punto de vista de la élite local administrativista neo
colonial y las redes socio económicas corporatocráticas, por lo
tanto en 2004 fue expulsado por la fuerza de su país por los Marines
de Estados Unidos, como culminación de un campaña jurídica y
mediática sostenida contra él y su renovado movimiento Lavalas por
(sobre todo) EE.UU., Francia, Canadá y las élites locales
haitianas.
El golpe de
Estado de febrero 2004 contra el Estado haitiano vio el derrocamiento
del presidente Jean-Bertrand Arístide, seguido metódicamente por
una ocupación de Haití por tropas de EE.UU., Canadá y Francia,
estas primeras fueron rápidamente reemplazadas por tropas de la
misión MINUSTAH de la misión de la Organización de las Naciones
Unidas, que ha sido exhaustivamente documentada desesperadamente por
activistas y los medios de comunicación alternativos. En el 2004, la
abogada de Derechos Humanos, Ezili Dantó del Haitian Lawyers
Leadership Network,
señaló que la ocupación de Haití por Estados Unidos no buscaba
proteger los derechos civiles en Haití y detener los abusos del
gobierno bajo Arístide; sino se trataba de impedir que el gobierno
elegido democráticamente gobernara.
Con Jean-Bertrand Aristide fuera de la presidencia haitiana las
redes político-financieras internacionales pusieron a políticos de
su preferencia. De ahora en adelante los siguientes presidentes de
Haití serían meros administradores de una neo-colonia
corporatocrática. Boniface Alexandre fue nombrado presidente después
de Aristide el 29 de febrero 2004, seguido por René Préval que fue
nombrado el 14 de mayo 2006, y finalmente Michel Martelly nombrado
presidente el 14 mayo 2011, todos siguen la misma forma de gobierno
neo-colonial administrativista.
El núcleo de la oposición para el golpe de estado del 2004, lejos
de ser el movimiento de base amplia de la "sociedad civil"
como fue representado en los medios internacionales, era una alianza
un tanto perturbadora entre la vieja escuela Duvalier-Macoutistas,
oficiales de derecha que nunca perdonaron a Aristide por la
disolución del ejército en 1995, y los dueños de fábricas de
explotación, tales como Andy Apaid, ciudadano
estadounidense-haitiano y dirigente del Grupo de los 184, una
colectividad de líderes empresariales apoyados por el Republican
Internacional Institute estadounidense, ridículamente descritos en
los medios masivos de comunicación como una iniciativa popular.
El Grupo de los 184 es un grupo de personas y organizaciones
haitianas en una variedad de sectores, que van desde los negocios y
la economía de los medios de comunicación, que están unidos en su
oposición a Jean-Bertrand Aristide y el partido Fanmi Lavalas. El
nombre surge de la cantidad de organizaciones de este grupo, y es
frecuentemente acortado a G184. Fue creado con la intención
específica de oponerse al gobierno de Jean-Bertrand Aristide en
Haití. Está liderado por André Apaid, un empresario
haitiano-americano. A pesar de ser poco más que un vehículo para un
sector de la élite estrecha, el G184 se ha representado a si misma
con éxito (en particular a los periodistas extranjeros de los
países donantes) como la organización representativa de la sociedad
civil haitiana en su conjunto. Andy Apaid como líder de G184 estuvo
en coordinación con el ex-Secretario de Estado, Colin Powell, en los
días previos al secuestro y expulsión del presidente Aristide por
las fuerzas estadounidenses el 29 de febrero. G184 agrupa a las
organizaciones empresariales de élite y las organizaciones no
gubernamentales religiosas también es apoyado por el Instituto
Republicano Internacional (International Republican Institute en
inglés, IRI), organización fundada en 1983 y financiada por el
gobierno de Estados Unidos para llevar a cabo programas políticos a
nivel internacional, así como recibir importantes cantidades de
dinero de la Unión Europea.
El ex
presidente Bill Clinton, que actúa como enviado de la ONU a Haití
(y forma parte de estas redes de capitalismo NGO de la caridad), y el
economista Paul Collier piensan que Haití necesita aprovechar su
mano de obra barata. En otras palabras, ellos piensan que Haití va a
resolver sus problemas mediante la apertura de más talleres de
explotación.
Por
supuesto ninguno los llama talleres de explotación, ambos hablan de
"centros de producción" pero claramente son talleres
clandestinos de explotación al revisar las condiciones de trabajo.
Las empresas
dueñas de estos talleres de explotación en Haití cuentan con
moratorias fiscales (de 15 años en algunos casos) y subsidios
masivos. Los fabricantes de ropa quieren establecer sectores de
manufactura de acuerdo a George Sassine, jefe de la Asociación de
Industrias de Haití. Con Aristide fuera del poder y el movimiento
Lavalas fragmentado los nuevos gobiernos establecidos por el orden
multilateral del capital retornaron a Haití a un gobierno de
clientelismo masivo del gobierno y el empobrecimiento sistemático de
la población. El capitalismo clientelista es un término que
describe una economía que se piensa capitalista (e inclusive se
defiende una supuesta competencia y al mercado libre) en que el éxito
en los negocios dependen de una estrecha relación entre los
empresarios y los funcionarios gubernamentales. Entre sus
manifestaciones más comunes, se puede mencionar favoritismo en la
distribución de permisos legales, de contratos con el gobierno, la
subvenciones del gobierno; el capitalismo clientelista consiste en
una colusión entre los agentes del mercado internacional y la
asimilación del Estado-Nación. Los gobiernos Post-Lavalas hicieron
llamados internacionales para vender Haití como mano de obra barata.
Los aviones y los hoteles están llenos de inversionistas
extranjeros que buscan entrar en el mercado de la reconstrucción
post-terremoto. La
mano de obra barata es insuficiente como política pública y
política financiera para desarrollar un país dado, dicho paradigma
produce pobreza más que proveer circulación inclusiva de capital.
La carrera
hacia el fondo enfrenta a los trabajadores haitianos en contra de los
trabajadores de la vecina República Dominicana. CODEVI, un parque
industrial de zona franca de Ouanaminthe, en el Departamento Noreste
abrió en la frontera con República Dominicana hace unos ocho años,
después de los salarios de la misma labor en territorio Dominicano
llegaran a ser demasiado alto. Según el director de CODEVI, Miguel
Ángel Torres;
"En la década de 2000, los clientes de las empresas dominicanas
dijeron que los salarios eran demasiado altos. Ellos dijeron que no
podían pagar. ¿Qué pasó? CODEVI apareció. Los beneficios en
Haití son mejores que en otros países... podemos competir con
cualquier empresa en la República Dominicana" Situada en la
frontera con la República Dominicana, es una de las más importantes
regiones en el comercio transfronterizo. Los propietarios de fábricas
foráneas en territorio haitiano siguen siendo vehementemente
anti-sindical.
El Derecho Internacional fue instrumental para el golpe de estado.
La asociación de jueces haitianos, ANAMAH (National Association of
Haitian Judges en inglés) fue un aliado importante de las Naciones
Unidas en sacar del poder a Aristide en el 2004. Después del mandato
de Aristide, ANAMAH realizo un trabajo muy útil para el nuevo
régimen, por ejemplo mantenían muchos casos jurídicos
problemáticos en un limbo legal. Estos juristas leales a las
Naciones Unidas son la herramienta jurídica perfecta en una neo
colonia como Haití, monopolizando el control del aparato jurídico
político para las redes corporatocráticas. Todo esto ocurrió con
el apoyo amplio del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas
Aunque en la
literatura académica de ciencias políticas y derecho internacional
no se menciona casi nada sobre esta situación, ha habido esfuerzos
por abogados como Brian Concannon, Marjorie Cohn e Ira Kruzban.
El
apoyo internacional nunca fue total: tanto de la Unión Africana y la
Caricom, la Comunidad del Caribe, se opusieron a la golpe de estado
(Caricom suspendió la membresía de Haití después del
derrocamiento de Arístide). Sin embargo, la invasión de las
Naciones Unidas se ha ganado el apoyo activo de países se opuso a la
guerra de Irak, y ha visto una colaboración entusiasta de muchos
Estados latinoamericanos que en otros contextos son considerados
progresivos; en efecto la operación militar está bajo el liderazgo
de Brasil. Venezuela por el otro lado, cuyos presidentes tanto Chávez
como Maduro continuamente han expresado su apoyo a Arístide.
El derecho internacional posibilitó el golpe de estado y la
ocupación que fue ejecutada mediante una logística
financiero-política multilateral. Por un lado la preparación del
golpe fue una oportunidad para que Francia y EE.UU volvieran a
trabajar juntos eficientemente después de sus disputas sobre la
invasión de Iraq, asimismo nuevas y emergentes poderes coloniales
trabajaron juntos para manufacturar la demonización de Aristide
junto con Canadá. Las tres naciones colaboraron en entrenar
paramilitares de derecha en la República Dominica.
Años después
del golpe, sectores del pueblo haitiano continúan exigiendo la
restauración de la democracia. Desafiando disparos de la policía,
las detenciones ilegales y las palizas al por mayor.
La
campaña
elaborada
para
suprimir
Lavalas
fue
quizás el
acto
más
exitoso de
sabotaje
imperial
desde
el fin de
la
Guerra
Fría.
Ha
dejado
el
pueblo de Haití
a
merced de
algunas
de las fuerzas
políticas
y económicas
más
rapaces
del
planeta.
MINUSTAH ha
perpetrado más ataques quirúrgicos. a) El 6 de julio de 2005, 350
soldados de la ONU fueron desplegados con el apoyo de helicópteros y
vehículos blindados a Cité Soleil como parte de un asalto masivo,
asesinando a un organizador popular de la comunidad y militante
Lavalas. b) El 22 de diciembre de 2006, la MINUSTAH de nuevo asalto
Cité Soleil con una justificación "antipandillas" (fueron
capturados por cámara para documentar la massacre), matando a
alrededor de 30 civiles, entre ellos niños.
La
similitud de
las
operaciones
militares
de la ONU
entre
el 6
julio
de 2005 y
lo
que ocurrió
22
de
Diciembre
de 2006 en
el
mismo barrio,
Cite
Soleil
es evidente.
Las
Naciones Unidas
desplegaron
a
cientos
de hombres fuertemente armados con vehículos blindados.
Esto
es Multilateralismo como Terror.
La inmensa
mayoría de donaciones sirvieron
como un depósito de dinero gratuito dirigido a financiar la
construcción de infraestructura para el personal internacional que
estaría a cargo de esta ocupación humanitaria. Vale la pena señalar
que los gobiernos occidentales han insistido en que los fondos de
ayuda para Haití debe administrarse por las organizaciones no
gubernamentales y las fundaciones más que al gobierno haitiano, que
ellos consideran que es "corrupto". Tras el terremoto de
enero de 2010, la gente en hizo donaciones a las organizaciones
humanitarias y las organizaciones no gubernamentales no se dieron
cuenta de que su contribución a la reconstrucción de Haití se
canalizaría hacia la construcción de hoteles de cinco estrellas
para alojar al personal de negocios extranjero. Su expectativa era
que el dinero se utiliza para proporcionar alimentación y vivienda
para el pueblo haitiano.
La administración Obama ya está coordinando planes para la
reestructuración de la sociedad haitiana - en el interés del
capital internacional. Se está llevando a cabo lo que la autora
Naomi Klein llama la Doctrina del shock; cuando las potencias
capitalistas usan desastres económicos o naturales para imponer los
programas neo liberales, tales como la apertura de los mercados
nacionales a las corporaciones multinacionales, la privatización de
las empresas e instituciones y los recortes estatales al salario
mínimo. Haití tiene una de las concentraciones más altas del mundo
de las ONG. Sin embargo, la gran cantidad de grupos activos en el
país no se ha traducido en eficacia. Este artículo atribuye la
inercia de las organizaciones no gubernamentales a la privación de
los derechos del pueblo haitiano. Los haitianos no tienen un gobierno
representativo y no han tenido ninguna aportación significativa los
esfuerzos de reconstrucción o de la distribución de los fondos de
ayuda. Además, muchas ONG están controladas por los donantes y
gobiernos extranjeros, fuentes que tienden a no favorecer la
democracia haitiana.
Inicialmente, el gobierno de Obama utilizo el nombre del
humanitarismo para desplegar 20,000 soldados y 17 buques de guerra
para reforzar la ocupación de la ONU en la vigilancia de gente
desesperada y para prevenir un éxodo de refugiados. Médicos sin
Fronteras se quejó en su momento de esta respuesta militar, en
realidad interfiere con la distribución de la ayuda humanitaria. Se
estableció la Comisión Interina de Recuperación de Haití (siglas
en ingles, IHRC Interim Haiti Recovery Commission) bajo el control
estadounidense, que obtuvo promesas de US $ 10 mil millones en
donaciones. La Comisión Interina de Recuperación de Haití (CIRH)
es el órgano de planificación para la recuperación de Haití. Para
asegurar que la reconstrucción se realice eficientemente, el
Gobierno de los EE.UU. coordina toda su asistencia para la
recuperación a través de la CIDH. La CIDH, sin embargo, sólo se ha
recogido el 10 por ciento de las sumas prometidas. Cuando y si lo
hacen recoger las donaciones, los EE.UU. tiene como objetivo
implementar un plan neo liberal de explotar la mano de obra barata
haitiana en fábricas, plantaciones orientadas a la exportación y
centros turísticos; una economía de y para la pobreza. Así que lo
que dice ser un esfuerzo, en palabras de Bill Clinton, un esfuerzo
para “reconstruir mejor" (Build back better) es en realidad
una artimaña para la explotación de Haití.
A pesar de ser
el hogar de la densidad más alta del mundo de las organizaciones no
gubernamentales per cápita, Haití está actualmente siendo asolado
por una epidemia de cólera con una cifra oficial de muertos de unos
8,000. La
epidemia de cólera,
ahora
de las
peores del
mundo
desde
que las tropas
nepalíes
de
la ONU
de
forma inadvertida
lo
causaron en
Haití
en
octubre de 2010,
es
un
ejemplo de ello:
a pesar de una
media docena de
estudios,
incluido el
de
la
ONU,
que
apunta
directamente
a la
ONU
letrinas
como
la
fuente
y
la causa de
la
epidemia,
la ONU se
ha negado a
asumir
ninguna responsabilidad,
y mucho menos pedir
perdón por
su
negligencia
grave. El
cólera se propago en Haití a través de letrinas en la base de las
tropas nepalíes de la ONU, que desembocaba en el río principal del
país. Más de un millón de personas siguen viviendo en campamentos
superpoblados en las mismas lonas que recibieron en enero del 2011.
Un tercio de estos campos todavía no cuentan con un aseo propio, y
la mayoría de los haitianos no tienen acceso a agua potable. Los
defensores de las víctimas haitianas de la epidemia de cólera
tomaron el paso extraordinario de demandar a las Naciones Unidas,
afirmando fueron responsables de la introducción de la enfermedad a
través de la contaminación de las aguas residuales de sus barracas.
La contaminación de cólera y la violencia socio-económica inflamó
el desprecio, ya generalizado, por la ocupación interminable de la
MINUSTAH de la ONU. Esto, seguido por unas elecciones políticas
financiadas y reguladas por la comunidad internacional, pero
denunciadas como ilegítimas y fraudulentas por la sociedad civil
Haitiana y los simpatizantes del movimiento Lavalas. El Consejo
Electoral de Haití prohibió el partido del del ex presidente
Jean-Bertrand Aristide en las elecciones del 2010. El partido Fanmi
Lavalas, que sigue siendo un partido importante con el apoyo de la
población urbana pobre en capital, es uno de 17 grupos excluidos de
las elecciones de febrero 2010, ya que según el consejo electoral,
presentaron documentos inapropiados.
Las fallas del capitalismo de la caridad, sistema de ayuda de las
ONG funcionan como un laboratorio para sacar provecho de los
desastres. Las redes político-financieras lideradas por Washington,
la IMF y las multitudes de NGO van a cada lugar desde el final de la
Guerra Fría para desestabilizar los regímenes que ofrecen
resistencia a esta agenda más amplia, la agenda de la globalización
según definida por Washington. Muchas organizaciones no
gubernamentales famosas, actúan como un apéndice de la política
exterior de Estados Unidos, que a su vez actúa como un apéndice del
gran capital financiero.
Cuando el Departamento de Estado de Estados Unidos estableció su
plan de ONG de "derechos humanos" en los años 80, el
historiador James Peck (2011) señala que la idea era que en
ocasiones ofrecieran críticas desdentada de la política de EE.UU. ,
por lo que el público pensaría que son justas. Traza el desarrollo
y la utilidad de esta doctrina a través varias administraciones
Estadounidenses, ya que cada una ha utilizado los derechos humanos (y
otras razones idealistas como "democratización" y
"humanitarismo") para justificar diversas intervenciones
estadounidenses. Asimismo despoja la reconfortante ilusión de que,
más o menos, la política exterior de EE.UU. durante los últimos
cuarenta años ha sido formada por una dedicación a los principios
de los derechos humanos. Él demuestra cómo, por el contrario, las
sucesivas administraciones han capturado la nomenclatura de los
derechos humanos y lo han torcido a los objetivos de los EE.UU.
Peter Hallward,
Damming the flood: Haiti, Aristide,
and the politics of containment,
(Londres: Verso, 2007).
Justin Podur
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