jueves, 19 de diciembre de 2019

Zine de Solsticio Paradiso | 20 Dic 2019





Gato Malo Editores y Generación del Atardecer Presentan:

 Openmic de:
- #Cuento   - #Poesía  - #Comedia_en_vivo  
- #Crónica  - #Relato

viernes, 20 de diciembre 2019 
El Local En Santurce @9:00PM
Entrada Gratuita

Saludos, La Generación del Atardecer hace un llamado todxs lxs gatxs malxs que gusten participar de recitar poesía, crónica o stand-up en el Open Mic Solsticio Paradiso, el cual se llevará a cabo el viernes, 20 de diciembre del 2019 en El Local en Santurce. Interesadxs escríban al Inbox de Gato Malo editores. 

Únete al renacimiento.

martes, 17 de diciembre de 2019

Con la última estirpe: dos poemas de H. J. Leonard

Howard J. Morgan, 'Annunciation, Deep House', Óleo sobre lienzo


La chica de cortos rizos

Con genial sonrisa me mira

la chica de cortos rizos
mientras escribo estas palabras. 

Allá en aquel incómodo cubículo, 

rodeada de llaves y documentos
de viajeros ambulantes que 
pretenden una larga estadía 
en este trópico que promete un paraíso
pero no los medios para alcanzarlo,
allá, la chica de cortos rizos
enrola tabaco con la última 
estirpe de una fusión entre 
Grandaddy Purple y Blue Dream.

Me invita al techo de aquel viejo

edificio a catar el transporte 
que la llevará a pensar en una mejor
vida lejos de las quejas 
de extranjeros que han chocado con 
la realidad del tercer mundo. 

Tras tres intentos fallidos su Zippo enciende 

la llama que comienza 
la reacción química que promete 
tres horas de interminable pavera. 

Sus blancos dedos 

se enredan con los míos
mientras me pasa el spliff, 
simple acción que confirma mi sospecha 
y premedita una advertencia.

El turno de hoy promete. 


La Ascendencia


En la 54 de ese callejón 

olvidado en el tiempo,
los mejores días de mi niñez advertí. 

Recuerdo la ametralladora automática

que añoro aparezca en los escombros
del techo derribado donde descansaba
el viejo telescopio. 

Recuerdo el revólver mi tía abuela

deciá “eso no sirve, es para
asustar nada más”. 

Pero el presentimiento de que luego 

de la vandalización de aquel 
templo de mi infancia,
aquella vieja pistola
ha dado muerte a uno que otro sicario
en las parcelas del campo aledaño,
es tan real como el olor a pimientos 
frescos que aun resguardo en mi memoria
cada vez que la nostalgia me invade 
y decido refrescarla con una visita
a aquella caída fachada. 

Allí se decía que en mi familia

sus mujeres eran de casta noble catalana,
fogosas amantes que aprendieron a
amasar pequeñas fortunas 
que perdían en la lujuria 
culpa de amores no correspondidos 
o justificados antes los ojos de Dios. 

El pueblo comentaba a espaldas 

de las desgracias, recordaba mi abuela. 

Por ahí viene Miss Ramírez, 

con cartera nueva y
pintalabio fresco.
Ha bajado del tren de San Juan
con paso turbio a la Berreteaga
decían los chismosos 
con caneca en mano.

A lo que mi bisabuela gritaba

sin que le titubiaran los dientes
aquella tarde de 1943:

Antes puta que sumisa, pues

este chocho es mío y le debe
cuentas solo a Dios”. 

domingo, 15 de diciembre de 2019

Estos muertos viajan en mí: dos poemas de Daniel Pommers

John Paul Jones, 'Night Lady', litografía, (1963)


Canción Negra

Estos muertos viajan en mí
abrigándose con peste y salivas baladí;
así de repentinamente somos lo majestuoso.

y antes de que las moscas se apropien de nuestro país,
el nudo de los diablos regresará sonriendo a la mesa.

lo aterrador es resignarse al Bouillon extranjero.

según me fue ordenado por el emperador negro
el ángel insondable, el enamorado, el pájaro avieso,
el disciplinado para limpiarse en el tumor de las guerras:
de los malignos que reventaban nuestros ríos al amanecer
de las manos jinchas y temblorosas que se hicieron gobierno,

en el manglar, a espalda de las vírgenes y en las orejas,
nacía una canción negra de difuntos negros y su secreto;
una armonía para protegerse de los ejércitos, de los inquinos.

mientras moríamos en arenas caracol
y éramos gusanos en la comida de Tchaka,
las lenguas negras y su concierto resistieron los años.
así escaparon
de toda ofensiva
de las bestiales fosas
de los imperios.


Elemento de Sueño

Me acomodo en ti
Abres tus ojos
Tu boca, tu olor
De tanto soñarte siento alegría
Rápido escapo, sin miedo me desnudo
Eres mía, soy tuyo
Como algunos años se han ido contigo
Ya tengo músculos de intuición
Y te encuentro en la cama
A veces siento que regreso a ti
Que eres tú quién me sueña
Vienes con el ayuno // vienes a la misma hora
Somos amantes, somos algo en lo perverso
Ojalá y tú seas quien me sueñe // búscame, tú, ¡búscame!
Si algún día regresas, llega con vida y, desnúdate, como siempre
Regresa, mientras, construiré un laberinto en esta habitación
Así olvidaremos que hay demasiada vida fuera de mi cama.

Rememorar el primer día: escrito de Emilia Elizabeth Chamba Vargas

Tora Vega Holmström, 'Konstnärinnan Maria Blanchard', Óleo sobre tabla. 


Muros

La distancia puede ser enorme a pesar de que estés junto a alguien. 


Me sentía lejana estando sentada con él en el mismo sitio, tenía ya la suficiente experiencia para entender que es posible estar al lado de otro ser, oírlo y tocarlo, y no obstante, estar separado por murallas insalvables.


En reiteradas ocasiones, él preguntaba cuando salíamos al lugar en donde nos encontramos por primera vez..., -"¿en qué piensas?"- Porque la mirada que sostenía, era desorientada, casi vacía como anhelando rememorar el primer día. 


Le respondía -"nada"-, pero esa respuesta significaba "todo".

"Imaginar cosas maravillosas" -me decía a mí misma- , ¿el amor era algo maravilloso acaso? Para la palabra amor tenía un término en particular y era catástrofe, un descarrilamiento de emociones, sensaciones.

Percibía el insignificante espacio que trascendía entre él y yo. Aún éramos jóvenes, pero la vida pasaba apresuradamente por nuestros rostros y pensamientos, desquebrajando cada infinidad de sueños que poseíamos.


Cuándo se es niño, los días trascurren despacio, los años corren con mayor lentitud y todo parece posible, extendiendo el camino hasta llegar al horizonte. Pero justo ahora los años se acercaban sobre mis sienes, corrían con creciente rapidez hacia el ocaso. A cada instante me cuestionaba si era realmente feliz... -"sí, lo fui"-. ¡Que feliz fui aquella tarde! 


La felicidad se componía por momentos, por pedazos: apreciándola, sintiéndola y viviéndola a veces. 


Tal vez el tiempo que viví y fui feliz en aquél lugar no volvería, a pesar de voltear mi cabeza y echar un vistazo al pasado, no podría ser como era antes. Los sentimientos deteriorados no se podrían volver a restaurar o construir para seguir junto a él. No existía aquél milagro de amarlo nuevamente, como lo amé antes, en su calidad inicial.


Los muros permanecían allí, sentados uno cerca del otro formando una lejanía extenuante.


jueves, 12 de diciembre de 2019

Travieso ingenio, terca ansiedad: dos poemas de Astrid Guerra

Gerda Roosval-Kallstenius, 'Horas del atardecer', óleo sobre lienzo sobre panel.


Poeta

Cuéntame poeta
a qué hora regresan las horas
a qué hora se calla el silencio
a qué hora regresa la luz

cuéntame poeta
dónde estarás
cuando empiece tu vida
cuando lleguen las palabras
cuando se acabe el dolor

cuéntame poeta
quién se llevó tu pluma
esa que tienes en la mano

cuéntame
por quién esperan tus versos
poetas
por quién.


Diarios

Llueve esta tarde

mientras te leo
Alejandra
me pregunto
cuántas lluvias
aliviaron tus angustias
cuántos libros
cuántas letras
serán suficientes
para calmar las mías

me miro en tu espejo
mi Proust
mi Huidobro
mi Vallejo
mi Cortázar
mi (Octavio) Paz
eres tú
como tuyos fueron ellos
algún día

ansiabas
una novela
sin saber
que lo eras

sabías tu voz
fluían tus versos

papel delirio
pluma cantante
verbo color
travieso ingenio
terca ansiedad

mientras
la lluvia
vuelve a caer.

                     Homenaje a Alejandra Pizarnik

martes, 10 de diciembre de 2019

Té de morfina por mis venas: tres poemas de Claudia Pascual

Paul-Albert Besnard, 'Adictas a la Morfina', grabado (1887)


Té de morfina


Té de morfina,
por mi sangre con jeringa,
para vivir con risa,
para morir sin prisa.

Una mano perla negra,
nudillos rígidos como peñas,
sus anillos crean cordilleras,
brilla la cima con oro y gemas turquesas.

Y entre sus dedos como cigarrillos quemando,
descansa la aguja- el temor y el deseo goteando,
y mi piel rompe y bebe como hacía antes,
hasta ver volar mariposas de sangre,
hasta ver risas, rosas y tus ojos morados.

Tu sangre se arrastra sobre la mía,
mariposas, rosas y risas,
jadeando, tu lengua alcanza la mía,
mañana es un ayer que soñaba.

Té de morfina
por mis venas vuela como golondrina,
para matar el tiempo de mis memorias,
para vivir soñando con el amor que me hacías.


Dame un beso

Dame un beso,
llévame al cielo,
hasta escuchar el eco,
del goteo de nuestros pechos,
romper las estrellas de hielo.

Dame un beso,
nademos,
hasta oscilar sin oxígeno,
y sentir bailar nuestros cuerpos,
embriagados por sal y amaretto.

Dame un beso,
llévame al infierno,
hasta relamer el veneno,
de nuestras lenguas en fuego,
por el frío maldito de este invierno.


Pensando en musarañas

Pensando en musarañas
brinqué al tope
de una montaña
sin rocas ni plantas
ni aves ni iguanas.

Había una charca,
dónde el viento me hablaba.
Su brisa, como dedos
tocaba las olas rígidas
como las cuerdas de una guitarra,
compuso una melodía
que solo yo me sabía
sin conocimiento
de las letras que producía.

Al ritmo crudo, las nubes vibraban
como azúcar rebotando en plata
creando hilos de biso, algodón rosada
meneando sus gotas de agua
resbalando al margen de nada
esperando la caída liviana.

Brotaron de gotas salpicadas
orquídeas blancas
con pecas moradas
suspendidas en el aire
persistieron girando
como hilanderos de viento
pétalo persiguiendo pétalo
amatistas ardiendo
entre el cielo y el suelo.

Ya no pienso en pajaritos preñados
bajo el árbol
me raspo
en madrigueras
duermen las musarañas.

domingo, 8 de diciembre de 2019

Mi propio altar: cuatro poemas de Javier Insurgente Velázquez

Francisco de Zurbarán, 'San Francisco en meditación', óleo sobre lienzo, (1639)



Mi propio altar

Susurrando pensamientos furtivos, me acuesto con el ruido del día, que cobija la nostalgia que gobierna mi espíritu, la amargura que vive en la mirada, las semanas en que perdía la razón, los momentos en que mandaba la ambición. Y soñaré con los párpados abiertos en la esperanza de que regrese la emoción, en la armonía del amor, en el alivio del perdón. Con la limpieza, pureza que crece un corazón, con la melodía y tranquilidad del viento, vuelo lento hacia mi altar.


El volcán de la vida

La vida es un volcán de emociones, inmerso en situaciones, colores y horrores rodean las sensaciones. Bendiciones, temores, dolores, pasiones, se transforman en llanto, sonrisas y manifestaciones. La hostilidad nos sigue el paso robando los corazones. 


Aprovechando la juventud

Aprovechando la juventud a plenitud, muchas veces en la oscuridad he querido ser la luz igual que tú, me encantaría nadar por debajo del océano azul soñando desnudo, fuera de este mundo que es un embudo, que la suerte solo le toca algunos, que para colmo viven con un corazón crudo, espero que respirar la paz se convierta en mi escudo. Contra el mal, que derrite el bien, ojalá llueva esperanza para no enloquecer, jamás olvidaré, pero siempre recordaré, que mañana es otro día, hay un nuevo amanecer. Y empezar a creer en la libertad, necesito pensar en que puedo volar, pintar una estrella con la ilusión, hacer que salga el sol con los latidos de mi corazón.


Todavía
                                                     
Todavía siento tus piernas temblando alrededor de mi cintura, y mi mirada conectada con la tuya, además de una química que penetra en mis labios, cuando tocan los tuyos bajo la luna.

viernes, 6 de diciembre de 2019

Lo que quería era TINA: poema de José Luis Cortés

Francis Bacon, 'Head I', óleo sobre tabla (1948)


Préñame

Acho, si le cuento, ¡no me lo va a creer!

Llevo tres días de party, me metí en un hookup site, pero de… de gays.

Yo bien tecato, lo que quería era TINA… Crystal Meth. A todos les preguntaba, "¿fumas? ¿fumas?"

Si no, ni te me acerques, pensaba yo. Lo que quería era drogas y sexo, en ese orden, no importa con quién. Nunca he pagado por ella. Esta vez puse que era positivo. Y top.

La reacción fue sorprendente, la cantidad de gente que respondió me deseaba enfermizamente, me convertí en un objeto con valor añadido, high o no, querían lo mismo: mi virus.

Querían estar seguro que no me estuviese tomando las meds, claro, porque querían que los preñara con mi AIDS baby.

Préñame, préñame, préñame”.

De momento, me conecto con este Adonis. Lo quería a él como él quería mi toxic load. Fue tan enfático en saber que estaba indetectable que le mentí y le dije lo que él quería oír.

No, no tomo meds”.

Hasta me inventé una carga viral súper alta. Inmediatamente me envió su localización y me dijo que íbamos a fumar. Tenía TINA, y estaba riquísimo. Con la anticipación, comencé a temblar, me tiritaban los dientes, una cosa incontrolable, perdía control del cuerpo, creía que hasta el taxista podía oír mis dientes chocando uno contra el otro. Sólo me calmé al darme el primer pipazo.

jueves, 5 de diciembre de 2019

Un zap para acomodar tu cerebro: poema de Abigail Burgos

Diego Rivera, 'Los vasos comunicantes' (1938)


Aquí

Aquí me veo,
En el mismo camino
Dando el rodeo,
Creyendo que la ruta va a cambiar.
No, no va a cambiar,
Es lo mismo, de una forma u otra.
Quizás sea un vicio,
Quizás uno no quiere terminarlo,
Por más que uno trate.
Por que a uno solo le gusta un porciento,
Un fragmento de luz,
Una pequeñez.
El resto es el vacío que no se llena.
Que no se lúbrica con estímulos,
Si no con engaños.
Esos ricos y deliciosos engaños que uno mismo se provoca.
Como meter el tenedor en el interruptor de enchufes,
Sabes que hay peligro, que estás destinado a una sensación
Distrofiada, un zap para acomodar tu cerebro.
Como los locos en el Capestrano.
Zap zip zup
Una fuerza que agarra tu brazo y te obliga a soltar el tenedor.
Con los mocos por fuera del llanto invadido,
Miro el tenedor, prendiendo una papita, un pollo, un duby o como le llames.
Soy un culo apretado sin poder soltar mis flatulentos olores al mundo.
Aquí atrapada en el círculo que he creado,
Cómo las tómbolas, las picas de caballitos,
El bingo de tu abuela.
Así en el eterno eterno.
Soy un ser masoquista,
Sin frenos, con deseos de autodestruirme para luego
Resucitar a lo “llizus” ,
Quiero salvarme, excomulgarme,
Tragar agua bendita y quemarme lento,
Bien rico, sentada en sofá,
Cogiendo fuego por los ojos,
24/7 lleno de canales,
Se me prenden como diablo en noche de santeria,
Mientras que los gallos de cuello rojo,
Me mojan en rubies, dilatando mis arterias,
Abriendo camino en la histeria de volver al empezar.
Aquí me veo.

sábado, 30 de noviembre de 2019

Apuntes para un sueño de otoño: tres poemas de Noraida Malugin Soto

Salvador Dalí, 'Mujer y quimera', dibujo.


Apuntes para un sueño de otoño

Desperté y la nube lo cubría todo.
Mi cuerpo bañado en vapor de tierra.
La habitación desnuda se llenaba de ecos.
El silencio cargaba versos en sus brazos.
Los pájaros permanecían inmóviles en sus nidos.
Un grito moría lanzándose al vacío.

La mañana se enredó en mis cabellos.
Posó sus labios tibios en mi cuello vaporoso.
Clavó dientes y uñas en lugares secretos.
Una sonrisa se escapaba despacio.
La lluvia golpeaba la ventana al compás de los cuerpos.


El ruido de las trinitarias

El ruido de las trinitarias
no cesaba
la noche que partiste.

La muerte también es un
poema que se escribe
con el lápiz del olvido.

Los sonidos de tu
cuerpo aún vivo
se deslizan
despiadadamente
por el colchón.

Tus manos levantadas
como en oración
para recibirme en tu abrazo.
El duelo es un amigo
que te escupe la cara
sonriendo.

Tu voz vibrante
repite un rezo
más por escucharte
que por clamor al
divino. La vida te calla de golpe
y llega el temblor
disfrazado de descanso eterno.

Mis dedos cansados
de tanto llorarte,
aprietan el papel.
Se ahoga mi risa en
el desierto de la noche.

Cierro mis párpados
para invocarte,
me arropa tu calor vestido
de franela.
Te quitas las botas manchadas,
para cubrirte los pies
con la ofrenda de mis versos.


Breve historia de luz

La luz se cuela por la ventana cerrada.
El caos irrumpe sigiloso por los huecos
infinitos de las superficies.

Camina sin pies por el piso frío,
que huele a humo.
Siente el fuego vacío que le lame las piernas.

Se acuesta sobre la cama desnuda,
la cama y la luz.
Se abre la puerta.
La luna se esconde tras las almohadas.

Despierta y erguida despide a la luna
con una sonrisa.

Viento, la mañana, el mañana y los después.
La luz se despide de la cama desvestida.
El caos le toma la mano.

Vuelan, caminan o se elevan.
Se repiten.

miércoles, 4 de septiembre de 2019

Zine de RumPolitik 5 Sept 2019

Gato Malo Editores y la Generación del Atardecer Presentan:

OpenMic | Rumpolitik

- Cuento     - Poesía
- Crónica    - Relato


Jueves, 5 de Septiembre 2019 
El Local En Santurce @9:00PM
Entrada es Gratuita






Bocanada suculenta: dos poemas de Nadya M. Echevarria Quiñones

J.J. Grandville, Little devil black cat, grabado (18xx)


Mi dreamcatcher monster 

cose en tu boca un sueño
que no se escape
que no se diluya
que no se esfume en tu cabeza
que respire contigo y tu sombra
que haga de tu manto una cobija
que se vuelva un todo en tu frente
que no te tome a solas
olvidando hacia la nada
descosiendo durmiente la mirada



Otro

un minuto se asienta
respira lento
escucha todo el ruido
agolpado en su tarde
de segundos
sopla al interior
bocanada suculenta
dibujando círculos
con su respiración detenida
en la nada que sobrexiste
y lo fulmina incesante
rompiendo el pulso
en su garganta.

Vivir en el trópico era cosa seria: tres poemas de H.J. Leonard

Hans Bellmer, Retrato de la madre del artista, Tinta y guache sobre papel (1954)


Mi abuela

Mi abuela es una mujer
de humor tajante. Estatura achicada,
por la edad, pero de frente altiva
y espaldas anchas. Y aunque
achacada su memoria está fresca.

Su mal genio, desarrollado
por la pesadez de la vida,
se ha desmantelado, creo yo,
debido al porvenir de las pocas
primaveras que le quedan.

La aspereza de sus manos
no se siente. Manos que labraron
la tierra, secaron ropa, lavaron casas,
y sacaron agua de río.
Manos que hilaron tabaco, criaron
dos hijos y en la diáspora
nuyorquina secaron lágrimas
de incansables noches de llanto.

La aspereza de esas manos
no se sienten. Bed, Bath, and Beyond las banalizan gracias al poder adquisitivo que el fruto de una pensión heredada, sudada y trabajada le brindan
en cremas aromáticas.

El carácter de mi abuela
es incorruptible. Su endurecimiento,
producto de 1,000 varitas
de guayaba,
se percibe en su presencia.
Por eso los suntuosos instantes
de genuina ternura se sienten
vespertinamente reales.

El café de mi abuela es el mejor. Juraíto. Lo cuela en media y lo endulza con leche evaporada.
Lo sirve en una taza pequeña
para que te quedes
con ganas de más.

Y lo extrañes cuando te vayas.
Y lo extrañes en las mañanas.
Y lo extrañes en el trabajo,
en las tardes y antes de acostarte.

Su cocina la embellecen 15 gallos,13 vacas y una colección
de frutas que ella deja madurando cerca de la ventana.

Por las noches le reza
a 3 Vírgenes, 5 Santos,
a Cristo y a Dios.
El padre nuestro nunca falta.
Agarra su rosario y lo entreteje
en sus dedos. Te mira desde
lejos y con los ojos te dice:
No entres. No interrumpas.
Estoy orando por tu salvación”.

Le encantas las películas mexicanas,  el aguacate y la música de trío. Ir a Capri,
hacer compras en Selectos y que mi tío  la lleve a comer, usualmente, a los mismos
restaurantes. De esos que sirven arroz.

Por que ella no puede vivir sin ese grano. Se queja si no lo como. Me dice: “Se nota que no has pasado hambre gracias a mi esfuerzo”. Tiene razón. Gracias a su esfuerzo vivo en privilegio.



La Matriarca

La matriarca hoy cumple 77 años
Mira con altivez al resto de sus hermanas,
las que quedan,
y les dice “hoy es mi día
no me jodan”.

La matriarca hoy se ha levantado
con ardor en las piernas
e hinchazón en las rodillas.

Aunque molesta, agarra su bastón
y le dice a mi madre
quiero que me lleves a la tienda
que hace falta pan y leche”.

No sin antes hace café
para los noveleros
mientras perfuma
su cuello con
lo último de Avon.

Los cristos la miran desde la ventana
allí yacen crucificados frente a
15 vírgenes recién parías cuyas
manos relucientemente doradas piden
piedad por todos nosotros.

Hemos llegado a la tienda.

La matriarca se queja del dolor
pero aún así prefiere caminar
sin su bastón.

Le da vergüenza el no valerse
por ella misma.

Siempre fue así
me dice mi madre.
Orgullosa”.
Parió dos muchachos,
pero la necesidad la obligó
a criar solo a uno.

Se jodió los pulmones trabajando
para mantener a los médicos
en sus Mercedez.

La Matriarca hoy cumple 77 años
y se ha ido a acostar.

Luego de una pizza de Costco
y un bizcochito con la familia
adornado con una velita reciclada
se recuesta en su cama y acaricia
su rostro.

Se levanta y se mira al espejo.

Nito yace detrás de ella y abrazándola
sin dejarla ir, como aquella vez
en la casa al lado del plantío,
le recita un poema.

Te tardaste como siempre
sinvergüenza”, le dice.

Luego de 16 años, al fin,
la ha venido a buscar.



Fantasías Desprivilegiadas Pt. 1

Por las rejas el sol se asienta.
Con este el polvo.

El polvo entra por las rejas
enmascarando la cara de Pulpo.
un sato que llegó a la casa luego
del funeral Cholo, el primo tocón
de Gloria.

Por eso a Gloria no le gustaba
ni Cholo ni que abrieran
las ventanas. Pero que se podía
hacer si desobedecer
no estaba en la subasta de opciones
que me daba Mother.

Vivir en el trópico era cosa seria
más cuando se hace al lado
de una carretera

Por ella viajaba a toda velocidad
montado en los carros
que Luisito sacaba del taller al lado
de su casa, para ir a hacer
cualquier Barrabasaba

Por lo menos así le llamaba Gloria
que no hacía más que trabajar
en Econo para sustentarnos a mi,
a Doris, a Yamiel, a Mother,
a Pulpo y Santito

De todos los jevos de Gloria
ese nunca nos tocó. Mother decía
que teníamos que siempre dar
las gracias pues el Señor
lo puso en nuestro camino.

Un verdadero siervo del señor”, decía.

Su único vicio eran
los caballos y el ron.
Aunque fue el menos
que nos duró, su falta
se hace sentir en la sala
lugar donde paseaba
la panza al son
de Lo sé Todo.

El polvo entra por las rejas
le prende el asma a Mother.
Me grita siempre ahogándose
Traime la bomba negrito
que me muero”.

Ella era una hermana
de verdad. Se la pasaba
siempre que podía metía
en el culto orando por Yamiel,
que para aquél entonces
estaba descarrilao”.

Ese hermano tuyo estaba
 bien hasta que se empezó
a juntarse con los muchachos de la 20
me decía ella cada vez
que pasábamos cerca
de aquel Punto misterioso
donde las camisas
a los nenes le llegaban
hasta el ombligo.

Ya para aquél entonces
a Doris Margarita Gloria
la había botado de la casa
por pasarse con Nota,
un panita de Luisito que tras
su muerte le había encargado
a mi hermana el cuido
de su segundo hijo.

Holyke es bien bonito.
Eso sí, mucho frío” me decía
ella cada vez que Mother
me pasaba el teléfono para
que escuchara su voz.

“¿Y el nene, está grande?”
preguntaba Mother a lo que
ella siempre respondía
Ya no se quiere dejar cargar”.

El polvo entraba por las rejas.
La vida era simple en aquel
apartamento cerca de la carretera.
Mis atardeceres se pasaban
contabilizando los carros
que pasaban por colores, tipos y marcas.

No me gustaba que en Año Nuevo
no podía ver los fuegos artificiales.
Siempre los tiraban
pal otro lado del caserío.

No nos dejaban ir allá,
Gloria por miedo
a que nos tirotearan
y Mother por miedo a los de la 20.

No fue hasta que tuve mi primera
noviecita a los 12, Margarita,
una nena bien bonita de la iglesia,
que vi aquellas líneas de colores
mezclarse con los tiros
que los gatilleros sincronizaban
a la vez con las detonaciones
y los destellos.

El mamabicho de Juanqui decía
que Margarita mamaba bicho por $5 pesos
detrás de parque. Pero los nenes hablan
mucha mierda para hacerse
los más machitos.
Y como Margarita siempre
lo negaba nunca les hice caso.
Ella era bien buena.

Yo sabía que ella era buena.
Siempre estábamos juntos,
excepto en la iglesia.
Mother decía que eso no era lugar
para hacer fresquerías.
Así que las hacíamos detrás de la cancha.
Ella sabía un lugar secreto.

El polvo entró por las rejas
un 25 de julio del 2011.
Vimos el derrumbe por televisión
en nuestro nuevo apartamento
 cerca de Villa Palmera.
Mother no pudo verlo.

Se había ido a morar
con el Señor hacía a penas 4 meses.
Doris ya iba pal segundo
nene pero le iba bien trabajando,
al igual que Gloria, en un supermercado
donde viejos racistas la insultaban en inglés.

Yamiel ahora era artista,
o por lo menos eso decía
él en las postales que nos enviaban
desde Atlanta.

Decía que era una ciudad bonita
pero que tan pronto
pudiera se mudaba pa Nueva York,
lugar que él afirmaba,
daba más oportunidades a las locas”.

Gloria sigue en Econo.
De allí nadie la mueve.
El problema es que ahora
la cosa se complica
pues tiene que coger
dos AMA y una pisicorre
en lo que junta los chavos
para arreglar el carro.

Yo estoy bien. En la lucha.
Como Siempre.
Ahora yo soy el que llevo a las noviecitas
a un lugar que tengo set en un palking en Carolina.

Ya el polvo no entra por las rejas.
Eso es cosa de pobres.
Nosotros si salimos. Nosotros si salimos.