jueves, 31 de enero de 2019

POESÍA DE NORAIDA MALUGIN SOTO

Margarita Pamies, 'Pajaros sobre un brazo de mujer', Aguafuerte y ruleta (1990)


Con tus manos-aves

Tus manos inquietas,
como aves que presagian tejiendo
el fino borde de la locura.

Desperté y aleteaban intranquilas
en el umbral del recuerdo.
Sudorosas y frías,
se desbordaban sobre
las orillas sedientas de mis labios.

Arráncame este velo desgastado,
con tus manos-aves,
con tus dientes-hierro.



Hoy me desperté adornada de pájaros

Hoy me desperté adornada de pájaros.
Eran todos pequeños, negros, azules, blancos.
Se me deslizaban por los brazos y apenas los sentía.
Abrían las alas y las cerraban despacio.
Sonreían sin bocas, hablaban entre sí,
y se detenían a mirarme.
Así estuve por un rato,
hasta que uno, el más pequeño,
subió hasta mi oído y me besó sin labios.
Entonces, todos fueron agua y rosas,
y los adorné de espuma nacarada.



Donde la luz no alcanza

Estaba sentada al final,
donde la luz no alcanza.
Te vi, venías vestida
de absoluta desnudez,
de la que no se ve,
pero se palpa con los ojos cerrados.

Arrojaste una flecha encendida,
que detuvo las horas y
se fijó en mi pecho.
Ardía, arrebatado,
un rojo fuego impenetrable.

No podía moverme,
pero mis entrañas afligidas
clamaban piedad.
Mis pies entumecidos afloraban
bajo la sequía de tus labios.

Con manos aladas, heridas,
sangrantes, aparté de mí
tu cuerpo. Me empaló tu mirada,
y sonreíste.
Dejaste ir de la flecha,
el corazón expuesto,
palpitante.

Y quedé allí,
donde la luz no alcanza.

domingo, 27 de enero de 2019

POESÍA DE CLAUDIA PASCUAL

Nigel Van Wieck, 'Q Train', Óleo sobre lienzo (1990)


Mi infierno

Caigo de rodillas,
contra el cemento de mis lágrimas,
rezándole a santos que no creo,
rogándole a un Dios que no veo,
que me saquen de este infierno.
Decidir parar de amarte,
es tortura voluntaria, infierno purificante,
es respirar el humo de mi carne,
insaciablemente quemándose,
cada vez que sudo la memoria,
de nuestros cuerpos rozando, como antes.
En este fuego indispensable,
sudarte ya no es sinónimo de amarte.
Gritos diabólicos chillan tu nombre,
hasta rasgar mis tímpanos de cobre,
cada vez que imagino el esplendor de tu mente,
cada vez que busco el eco de tu voz resplandeciente,
cada vez que acuerdo el liso mar celeste.

Fuego inextinguible arde en mi lengua,
para destruir el sabor del vino de tus besos,
burbujas de ácido cubren como dunas mis párpados,
y brotan como un rocío que inunda mi cara cauterizada,
al acordar el efigie de dolor que eras, que me llenaba.

Eras como un ángel, más sagrado que el aire bendecido,
pero en las tinieblas ardiente de mi soledad,
eres mi ángel caído devorando el amor y la felicidad,
el Adversario escondido en la luz, debilitando mi voluntad,
con cada paso impetuoso que das sobre la Tierra de Paz.
Manos esposadas en oración forzada,
mis uñas desnutridas se entierran partiendo mis nudillos,
y mis dedos enjutos atraviesan por mis palmas,
hasta ambas tejerse como canasta de sangre y carne escuálida.
¡Alguien que me ampare de este infierno indefinido!
Radiando en llamas, forcé la entrada de mi infierno,
y decidí parar de amarte,
para de ti mi pecado salvarme.
Decidí parar de amarte,
pero sin ti, mi flor marchita ya no late.



Me han criado pensando

Me han criado pensando,
que todo lo que digo y hago,
debe complacer cada macho.
Me han criado pensando,
que los tucos de mi sobaco,
espantan hasta los caballos.

Me han criado pensando,
que me debo afeitar en todos lados,
para quedar como muñeca, no un trapo.

Me han criado pensando,
que comer es necesario,
pero que mi figura no pase de un size cuatro- y cuidado.

Me han criado pensando,
que mi pelo lacio teñido,
es más saludable que el pelo rizo- “malo”.

Me han criado pensando,
que decir “negrito” es de cariño,
y que el racismo es solo para americanos.

Me han criado pensando,
que debo tapar mis muslos con las manos,
si no, los hombres se aprovechan de mi canto.

Me han criado pensando,
que debo limpiar platos,
y dejar que mis tíos se den los palos.

Me han criado pensando,
que para los veintiséis años,
un anillo debe apretar mi dedo largo.

Me han criado pensando,
que las lesbianas son machúas,
y las machúas son jamonas con gatos.

Me han criado pensando,
que los gays no se les dice maricones
y los maricones son hombres buenos, mansos.

Me han criado pensando,
que detrás de todo hombre,
hay una mujer cocinando.
Me han criado pensando,
que si no tengo hijos para los treinta años,
mis ovarios, mi vida está deteriorando.  

Me han criado pensando,
que si salgo por la noche en tacos,
estoy provocando, buscando “mambo.”

Me han criado pensando,
que puedo ser lo que quiera,
menos puta, monja o presidenta.

Me han criado pensando
que soy puertorriqueña de pura cepa,
pero que no me comporte como jíbara del campo.

Me han criado pensando,
que soy una mujer del futuro,
pero el futuro ha llegado,
y pocas cosas han cambiado.

miércoles, 23 de enero de 2019

Opacando las muertes: tres poemas de Javier Insurgente Velázquez

Sepp Frank (1918)




Desesperado y pensativo

Aquí estoy como si no estuviera, sentado en un rincón, añorando que se esfume la melancolía, después de una triste despedida, voy sintiendo el peso de la vida mía. El pasar de los días me convierte en un nocturno soñador, un bohemio atolondrado, un payaso desesperado, un tonto nómada apasionado escritor de poesías, que por lo menos mojan esta época de sequía, opacando las muertes a sangre fría. Olvidar, sinónimo de perdonar, mentiras dolorosas, mentiras piadosas, y quien perdonará las mías, mis caídas, mis pecados, los pensamientos desolados, los versos arrancados de la oscuridad, robados de la nada, de la nostalgia inmortal.


Sentimiento de pureza

El día apenas está empezando, ofreciéndome regocijo, tristeza, ternura, angustia, paz, guerra, un poco de todo, un poco de nada. En la noche misterio, en la mañana esperanza y en la tarde me visita la soledad, pero también las ganas, ganas de vivir, de morir, de pedir, de sentir el corazón latir. De escribir versos libres de pecado, libres de la ira que cargan en sus espaldas los condenados, ansioso por arrancarme la máscara que por largo tiempo me ha acompañado, me separaré de ella, lo juro, no será en vano.


Desierto

Hoy sigo sediento y dormido en mi pequeño mundo interior, acalorado, encerrado en cuatro paredes de viento que hacen que se aleje el amor, convirtiéndome en un vicioso de la desolación. Sin poder moverme de esta cama sudorosa y vacía, sin lograr sentir la belleza del día, sin poder darte a ti la alegría que mereces, el sol junto al espíritu perece y a la misma vez mi desierto se enloquece.

sábado, 19 de enero de 2019

POESÍA DE VERONIKA RECA

William B Leggatt, 'Psyche', grabado en madera (1930)


Miro los ojos aterrados de la gente,
padrenuestros en la punta de la lengua;
estragos del tiempo.
Miro con imperfección de credo
poesía religiosa.
Dejo escapar mi nombre por si alguien me está buscando.


Pierdo los abrazos,
saludos cordiales lacerados,
abecedarios sin consonantes.


Siempre algo falta,
algo sobra.


Peso albino mira como punto negro en el nada.
La sorpresa y el sobresalto de ver algo oscuro.
Mis sonrisas lamiendo las braguetas del cuerpo,
los disimulos en espera de verme flaquear,
se me nota el hastío.


Labios siempre en ayuna,
famélicos de acidez,
miro de reojo las ganas ajenas tratando de insuflarme ánimo.
Un par de pies sueltan una carcajada enferma.


Voluntad de no llegar.



*    * *



“Toca a la mesa siempre hablar del hombre”
Karla Cristina


Sintonía de lo absurdo,
hace ruido para despertarme.
El eco de mis pisadas,
Viacrucis de una mirada que ya no sostengo.


Quiero
la mesa de abuela y a la abuela prestada
Ella besa mi frente como si supiera.


Hoy toca callar al hombre
entre sonrisas mordiendo la resistencia efímera de un cilicio que lacera apaciguado la tradición
las migajas.


No hablaré del hombre.
Sobrevivo lento.
El hombre en mi mesa
Solo uno,
Cansado.
Me falta como las cosas que a penas conozco
Como por ejemplo dios,
la gloria.


Usurpo la mesa de otros para llenarme.
Con algo de menos tendré que vivir.

POESÍA DE JEFRY LÓPEZ PAGÁN

Marcel Roux (1878-1922), 'The halt of the demons', etching (1904)



Risa Librhe

Antes de formarse el cielo desperté…
Y vi la rosa germinar en ti
tu mirada de pasos cortos delicados en el rostro
de añoranza que descansa en mi quebranto,
pues ninguna prematura fluidez sorprende
a corazones exiliados, solo cuelgan desalados
de atención fundida en libertades.

Desperté y aún no son pareados los colores…
Tu cuerpo a blanco y grises se alineó
con mi horizonte querer la melodía,
el siempre armonizarme en aromas de llamado
que me habite dulce como brazo renacido.

Pero sin casi hablar la rosa no oculta
el cielo parear colores, no oculta el mar
proclamo dignidad a la experiencia del vaivén.
Me despertó tu ausencia, tu dormido
que no ves y siento tranquilo no sé cuándo.

Despertaré…
La rosa sin mundo de distancias mías;
haremos la nueva adivina del agua inocencia
para que estalle su presencia de zorzal espesor
y estilo repetir letrado pavor
que sonría ilusionado.



Pisando el Cielo

Como si escondernos fuera oprimir gaviotas
que la espuma nunca palpa, agacharnos,
morder sombra de migajas y honor
que escurre de mentir y marca piel
nacida con pisadas en la espalda.

Y allí se empozan, resisten
todo caído de lo alto cual excusa
de instantes que humean tocar el suelo
cual perfume de duelo y primera impresión.

Como si escondernos fuera oprimir caras rojas
de no ver con mares en coronas adveradas en vileza
sobre hilos que anudan cervicales de ralezas
para soñar la garantía absuelta de pesares

Y allí se destrozan fingiendo pinturas
fuera del pentagrama que orquesta el salto
de la piedra en el costado con la espuma
hasta oir gemidas las nubes como acorde
a la revolución sin calmas que piensa las alas
en la duna que unió dos islas sin partir el mar.



Estulticia

Lancé un cometa a iluminarme el sendero;
no te vi, no estabas, me fui a grito saber pintar
la misma carencia supresora de mundos, de tensar
mis rodillas cuando quiera un cuándo apalabrando
esclavitud que esconda mantos como nunca.

Y desconocer la babélica palabra donde cultivo
aire gigante para pulmon y sangre de culpas resumidas,
corrije a silbato supuesto cada estómago sin lenguas
de calcar encuentros que maduren la muerte
antes que el tallo de rencores en el pecho.

Pero las semillas se columpian
germinaron de silencio a capullo de piel,
y piel escupida de luz rodar la espalda
hasta volverte la flor que muerdo.

Y si la mirada interpone palabras que obligan,
la estulta salida de llanura oye piedras doctas;
la colmena nocturna se dilata en intrigas;
la inocencia seca todo charco de culpa.