miércoles, 23 de enero de 2019

Opacando las muertes: tres poemas de Javier Insurgente Velázquez

Sepp Frank (1918)




Desesperado y pensativo

Aquí estoy como si no estuviera, sentado en un rincón, añorando que se esfume la melancolía, después de una triste despedida, voy sintiendo el peso de la vida mía. El pasar de los días me convierte en un nocturno soñador, un bohemio atolondrado, un payaso desesperado, un tonto nómada apasionado escritor de poesías, que por lo menos mojan esta época de sequía, opacando las muertes a sangre fría. Olvidar, sinónimo de perdonar, mentiras dolorosas, mentiras piadosas, y quien perdonará las mías, mis caídas, mis pecados, los pensamientos desolados, los versos arrancados de la oscuridad, robados de la nada, de la nostalgia inmortal.


Sentimiento de pureza

El día apenas está empezando, ofreciéndome regocijo, tristeza, ternura, angustia, paz, guerra, un poco de todo, un poco de nada. En la noche misterio, en la mañana esperanza y en la tarde me visita la soledad, pero también las ganas, ganas de vivir, de morir, de pedir, de sentir el corazón latir. De escribir versos libres de pecado, libres de la ira que cargan en sus espaldas los condenados, ansioso por arrancarme la máscara que por largo tiempo me ha acompañado, me separaré de ella, lo juro, no será en vano.


Desierto

Hoy sigo sediento y dormido en mi pequeño mundo interior, acalorado, encerrado en cuatro paredes de viento que hacen que se aleje el amor, convirtiéndome en un vicioso de la desolación. Sin poder moverme de esta cama sudorosa y vacía, sin lograr sentir la belleza del día, sin poder darte a ti la alegría que mereces, el sol junto al espíritu perece y a la misma vez mi desierto se enloquece.

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