La Fiebre Amarilla
Dormimos juntos la noche del apagón
Nuestros cuerpos invisibles como el alma
Invisibles como Dios
La barriga hinchada de vino barato y pastillas no recetadas
Dormimos juntos aquella noche del apagón
Desparramados en aquel matre como dos sapos disecados
En aquel matre con olor a muerte anónima
Y algo nos decía que allí estaríamos felices:
Entre agujas usadas y sangre ajena
Entre las sábanas amarillas de orina y sudor
Amarillas del amor de lixiviado
Y quizás pudimos haber estado destinados a una vida de matres limpios
Y sábanas cálidas
Y cuerpos sanos
Pero aquí vivimos de nuestra propia fiebre
La fiebre amarilla que nos impide el despegamiento del matre
Y nos pega el uno con el otro
Como amantes en peligro de extinción
La Litera
Aquella noche dormimos en una litera;
tú arriba y yo abajo, sin siquiera darnos las buenas
noches. En el matre de arriba dormías, protegiendo
las botellas de licor; en el de abajo, me ocupaba yo del cenicero.
No hay manera de olvidar al amor, pensé, ni siquiera acostándonos
en camas diferentes. Aborrecía a la litera pero no la cambiaba por nada
del mundo. Dormías arriba mío, y con saber que ahí estabas, conmigo, bastaba.
Te adoro. Aunque estemos en camas diferentes,
siempre te voy a adorar y de eso vivíamos.
Te adoro. Aunque estemos en camas diferentes,
siempre te voy a adorar y de eso vivíamos.
30 de septiembre: Ahora duermes en una cama diferente y no me queda más
que los trapos que usaste y la memoria de los días en
los que el amor nos bastaba.
los que el amor nos bastaba.
Nos alimentaba.
Te extraño.
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