Max Ernst (1891-1976), 'Welteule', gouache sobre vitela solida, (1953) |
Genealogía de las Ondas
Desconectarse con elegancia del mundo,
dar contorno y cierta gracia a la tristeza,
una soledad con estilo, un paseo de acera
que da cadencia a la memoria, dando pasos
hacia lo intangible, respirando en los temblorosos
márgenes de las cosas, aire de noche
llenando pulmones, el pasado renacerá en el
desbordamiento de fragancias,
callejones opacos con paredes estrechas,
puedo mirar y habitar.
El olor a través del cual trastocamos
el tiempo, la aureola de las cosas invisibles,
las formas de lo inmaterial, profundizar
en la ciencia exacta de lo intangible,
tocar el mundo en el aire a través del instinto,
diálogo etéreo y disolución deslizante,
bañándose en las aguas de tu propia
fragmentación reflectante.
Y entonces, con suavidad, algo frío,
algo que no tiene color brota deslizándose
de la oscuridad. Despista a la visión,
aleteando con una grotesca diligencia orgánica
que parece carecer de propósito, como la sangre
al brotar de una herida.
Fuego en el Pozo
¡Horror! El horror tiene un rostro, y debes hacerte amigo del horror.
El horror y el terror moral son tus amigos. Si no lo son, entonces,
son enemigos a los que debes temer, auténticos enemigos.
¿No te da miedo eh? ¿La vulnerabilidad de tu percepción?
La facilidad con que tu mente es torcida,
pasmada y sumergida en neblina;
algoritmos siempre te encuentran desde los cielos.
Las coordenadas de este terror son tejidas por manos decrépitas,
el control del curso, es la guerra híbrida,
impulsada por información comprometida gratuita para tod@s.
Ya veo, veo lo que adviene,
los ríos de fuego vendrán y el rescate no estará en ninguna parte.
De repente siento una ola de horror,
la bestia es una entidad que se apodera de las ideologías, como un virus
de las relaciones de poder. De esta manera, la bestia se mueve de nación a nación, de banco a banco, de organización a organización,
convirtiéndose siempre en un imperio como la estructura de la muerte.
La virtud sin terror es impotente, el terror sin virtud es ciego, ¿no?
Aceptemos esto de aquí en adelante, enfrentemos el destino.
En esos momentos agradables de dominación, el cosmos entero danza para nosotros; ni una sola criatura nos resiste, devastamos el planeta, y luego lo repoblamos con nuevos objetos, sujetos y vectores de presión, que a su vez, inmolamos. Los medios para todo crimen son nuestros, y los empleamos todos en deleite, así multiplicaremos mil veces el horror.
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