Paul Valéry, etching from 'The Graveyard By The Sea' (1926) |
NO HAY POESÍA DESPUÉS DE LA MUERTE
Y me pregunto
de dónde surge esta impaciencia
por morir tan pronto;
que yo me desespero con angustia
de no saber si podré leer
todos los libros
antes de saltar de un tercer piso y caer
de tal manera dejando esparcidos
mis sesos por el asqueroso pavimento.
Que todo es una mierda
no saber qué hacer:
beberme un café o renunciar a la vida
en ese dilema
yo voy camino y la cabeza
me duele de tanto joder con la misma
cosa que me grito a mí:
“Gabriel, que pendejo tú eres
queriendo morir por un poco de arte.”
Pero es también ese tormento
lacerante y vivido, que conservo y alimento
dentro, en mi cuerpo
lo que todavía me sostiene vivo
y me digo, me repito:
“Gabriel, tú no puedes quedarte aquí
por mucho tiempo, así
que hazte loco y pierde la cabeza,
deja tus heridas sin atender.”
Y así que caminaré, danzaré
en delirio cayendo sin caer de un puente
porque no hay, no existe,
no hay poesía después de la muerte.
Pero seguiré, no tengo otro remedio que seguir,
(La sangre hace torbellinos si no la suelto)
y me lanzo a reír
porque esta es la vida que me escribo
de alcohol y sexo casual.
Porque los besos, ya no se me dan
(Es más fácil meter y sacar bicho de un culo)
que empiezo a pensar
lo que no vale la pena intentar
cuando existe otra clase de poesía
más exigente y sin decoros, de una violencia
que me invade con el dilema de morirme
¡No sé, puñeta no sé!
pero antes, iré por un café.
Y me vuelvo a reír
porque solo yo, me saboteo la vida
como si me sobrara igual que un gato, y antes de morir
lo más cabrón, es que una taza de café
basta para salvarme, para volverlo a pensar
y no suicidarme,
por un día más, tal vez porque
no hay poesía después de la muerte
y aún así, por poesía yo moriré.
MI REDENCIÓN
Cuando la soledad me visita,
el filo de una navaja la piel me acaricia.
Esta noche
le pregunté a la Muerte
si tú estabas bien
mucho antes de llegar aquí
le pregunté a la Muerte
si tú aún me extrañabas, que tanto sin mí
te sientes perdido, triste de morir.
La Muerte guardó silencio.
¡Qué afiliado fue ese maldito silencio!
Nunca he dejado
que la tijera y la navaja se oxiden.
Deberías tú mírame desnudo.
Mi cuerpo no es el mismo; el abdomen
donde tantas veces dormiste
ha sido flaqueado con heridas que no cierran,
¡Si pudieras verme, si pudieras tocarme!
Conozco bien mi tristeza,
me persuade para quedarme en cama.
Pero yo, me quiero ir;
existe un abandono en mi corazón
que no, me deja dormir
los cigarrillos se me acabaron
pensando en ti,
esperando que yo en tus ojos
regrese a vivir.
La Muerte me acompaña en el silencio,
pero la navaja es mi único consuelo.
Esta noche
le pregunté a la Muerte
si contigo yo me volveré a reunir
mucho antes de llegar aquí
le pregunté a la Muerte
si algún día yo dejaría de sufrir
esta culpa, este mal de abandono.
Tengo en la memoria
el golpe del remordimiento
y la cafeína, en mí ya no tiene efecto.
La Muerte me confiesa algo con sus ojos,
pero yo lo niego, yo me hago el ciego.
De ti no me quiero despedir
y el problema no es morir;
el problema es que lo deseo repetir
una y otra vez; sentir
como el alma se me escapa por ti.
Todo lo que deseo es amarte;
obtener mi redención
así sea con la bendición de la Muerte.
DOS CUERPOS
Desearía tener dos cuerpos:
uno para amarte
y el otro, para destruirme.
Me gustaría
que tú, no tuvieras que ver
las cicatrices
cuando me quitas la camisa
Daría cualquier cosa
por no ser así,
aferrándome a la navaja;
preocupándote con mi tristeza,
con mis ganas de morir
Sería bueno
tener otro cuerpo,
sin rutas,
con relieves que dibujan mi dolor
Donde tú puedas besarme
sin temor
a que mañana, ya no estaré
Quisiera yo
decirte, hacerte entender
lo difícil
que es para mí
vivir
en este cuerpo
que no,
me pertenece
Esta depresión
con violencia me golpea sentimientos
de abandono en mi corazón;
hace mis párpados
fundir carbón
No puedo salir de la cama,
Esta depresión me hace sentir pesado
y aún así, ligero como la nada
Me hace sentir
como si no importara el mañana;
Y la navaja, es mi única
oportunidad para contemplar
la Muerte desde mi cama
Desearía tener dos cuerpos:
uno para yo nacer,
vivir el amanecer en tus ojos;
el otro, para hundirlo y nunca volver.
Me gustaría ser
como tus “buenos” amigos;
esos amigos
que siempre miran al cielo
y cierran los ojos
antes de reír;
Esos amigos
que nunca me van a entender
siempre me juzgarán
porque no saben,
no saben
que se siente vivir muriendo
Quisiera yo
poder, al fin librarme
del dolor
sin tener que bañarme
en licor;
que tú puedas dormir
sin pensar que esta noche yo voy a morir
Desearía tener dos cuerpos:
uno para que tú me puedas sostener
hasta finalmente sanar;
el otro, para yo desaparecer
y en la muerte, olvidar.
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